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Aventura Peligrosa (capítulo 1)
25.02.15 17:31
¡Holaaa a Todoooooos! Bueno, he comenzado con un nuevo proyecto porque, las ideas no dejan de rebotar en mi cabeza así que tenía que hacer algo con ellas Y bueno pues, se las quiero compartir para que me den sus opiniones y espero que les guste y la disfruten
Desde el día que presencié como unos hombres mataban a mi padre por su dinero, decidí que haría justicia; no solo por la muerte de mi padre, sino también por todos aquellos que morían sin que sus asesinos tuvieran una buena razón, y aunque la tuvieran, no era justo lo que hacía ese tipo de gente. Es por eso que al concluir con una carrera técnica en programación y un año de trabajo, decidí integrarme a la seguridad pública y convertirme en una agente federal; claro, no sin antes haber comenzado con lo básico. Me costaría mucho trabajo llegar tan alto, pero no me daría por vencida.
En el municipio de Caborca, Sonora, llegaban a haber muchos crímenes, demasiados para ser sincera, y yo estaba dispuesta a que eso dejara de suceder, no dejaría que los delincuentes volvieran a salirse con la suya. Estacioné mi viejo Bora del año 1999 frente a la estación de policía.
Era un edificio de cuatro pisos que combinaba los colores azul marino y gris, sin embargo, era mejor que las demás construcciones viejas que rodeaban a la estación, la calle estaba recién arreglada, antes había tantos baches que era casi imposible que un automóvil llegara hasta la entrada de ella.
Como era mi primer día de trabajo quería dar una buena primera impresión, así que me vestí con un traje de color azul mezclilla, zapatos de tacón a juego y sujete mi cabello en lo alto de mi cabeza. En cuanto baje del auto alisé un poco mi falda, me ajusté bien la blusa y el saco, y en seguida me colgué al cuello la identificación que me habían proporcionado hace unos días. Caminé decididamente hacia la entrada, tratando de relajar mi respiración a cada paso que daba pero, no sabía caminar muy bien con tacones así que se me dificultó un poco.
La recepción se encontraba frente a mí, una joven atendía tantas llamadas como le era posible; sus ojos color verde se fijaron en mí y me dedicó una rápida sonrisa; su cabello castaño claro y totalmente lacio caía como cascada detrás de su espalda llegando justo a la mitad, además de que contrastaba muy bien con su tez blanca. Me acerqué para pedir la información necesaria y justo cuando iba a decir algo, la recepcionista me pidió un poco de tiempo hasta que se desocupara. Me giré sobre mis talones para dar una inspección rápida a la estación de policía.
Ya había estado aquí, pero me emocionaba poder formar parte de algo así. La entrada quedo nuevamente frente a mí; tanto a mi lado derecho como a mi lado izquierdo había unos elevadores. De lado derecho había laboratorios, y de lado izquierdo había unas cuantas oficinas, al parecer siete. Levanté la vista y pude ver a varias personas pasearse de un lado a otro para llegar hasta determinada oficina o subir al elevador.
Tenía entendido que se trabajaba en equipo; al perecer los policías eran los únicos que podían trabajar con más de dos compañeros, mientras que los que investigaban determinados casos, que era lo que yo haría, trabajaban en parejas.
-Dígame, ¿en qué puedo ayudarla?- dijo la recepcionista de repente haciendo que diera un respingo.
-¡Hola!, soy la nueva, Elizabeth Lecona Gutiérrez- dije extendiendo mi mano y me saludó poniéndose de pie para poder tener un mejor agarre en torno a mi mano.
-¡Claro, claro!, el jefe te espera en su oficina, es el último piso al fondo- dijo dirigiéndome una sonrisa radiante.
-Bien, gracias- dije mientras me dirigía hacia el elevador que había quedado esta vez a mi derecha cuando volteé para pedir la información. En cuanto llegué al último piso y las puertas se abrieron, traté de relajarme y me dirigí a la oficina de mi nuevo jefe.
En cuanto toqué la puerta, una voz algo ronca y varonil me contestó desde adentro.
-Adelante- reconocí su voz, ya que Emilio Acosta, mi nuevo jefe, me había entrevistado personalmente.
-Buenos días señor, soy Elizabeth-
-Adelante pasa, te estaba esperando, por un momento pensé que te habías arrepentido- dice mientras se pone de pie para saludarme.
-Nunca me arrepentiría de mi decisión señor- dije sonriendo
-Bien, pues entonces creo que ha llegado la hora de que conozcas a tu compañero de trabajo. Vamos, acompáñame a que conozcas tu nueva oficina-
En cuanto salimos de su despacho, las miradas curiosas se fijan en nosotros, más bien en mí, y la mayoría comienza a murmurar.
-Su nombre es Cristóbal-
-¿Cómo?, disculpe es que estaba un poco distraída-
-Oh, no te preocupes por ellos- dice refiriéndose a las personas que se nos quedan viendo. –Así son. Siempre que llega alguien nuevo, esperan que se vaya desde su primer día. No es un trabajo fácil, así que no te sorprenda si te lanzan miradas extrañas, ignóralos, no les des tanta importancia-
¿Qué?, ¿desde el primer día?, ¿tan malo era estar aquí? Volteo a ver a mi jefe, parece un poco divertido, pero trata de estar serio. Sabía que no tenía más de cincuenta años, sin embargo, el trabajo lo había desgastado bastante; la mayor parte de su cabello antes negro, ahora era más bien grisáceo; estaba de mi altura, 1.60 metros aproximadamente, de piel morena y buen porte. Su saco se acomodaba perfectamente a los músculos de su cuerpo y a cada paso que daba algunas medallas que colgaban de la prenda centelleaban contra la luz.
-La oficina de Cristóbal, y próximamente la tuya, está en la tercera planta. Y ya tengo un trabajo para ambos. Espero que sean un buen equipo, en cuanto lleguemos les daré más información para que comiencen pronto-
-Muy bien- digo con un hilo de voz. El primer día y esto se pone cada vez mejor. Llegamos a una oficina completamente desordenada, con poca luz, pero aun así se puede apreciar documentos tirados por todas partes, dos escritorios dispuestos del lado derecho de la puerta debidamente separados, los archiveros fuera de su lugar. Las risas de cuatro hombres se detienen en seco cuando entramos el jefe y yo.
-Caballeros- comienza Emilio. -¿Debo suponer que no tienen trabajo porque han resuelto sus casos ya?- hay seriedad en su voz, tres de ellos agachan la cabeza y uno de ellos me mira muy detenidamente; trato de esquivar su mirada pero me es imposible porque su mirada es muy intensa. Como no puedo evitar que me mire, me enderezo y le clavo la mirada en señal de desafío.
Es alto, probablemente unos veinte centímetros más que yo. El tono de su piel es como apiñonada, cabello castaño oscuro un poco ondulado, parte de él cae sobre su frente; la camisa azul claro que lleva deja a la vista que es musculoso, y sus ojos…
Sus ojos son únicos, es de esas que les cambia de color los ojos de acuerdo a los colores que utilicen en la ropa; y como lleva una camisa de un azul muy claro que casi parece blanco, puedo distinguir varios colores, desde el café más oscuro hasta el más claro, pasando también por el gris, verde y azul, todos ellos combinados en cada uno de sus iris.
Su rostro se mostraba sereno y al mismo tiempo curioso y quizá, un poco enojado, ¿enojado?, ¿por qué estaría enojado?, bueno, era algo por lo que no debía de preocuparme. Su nariz recta, de facciones finas, la barbilla cuadrada concorde a su rostro, labios delgados, con un grosor perfecto; se puede notar que no duerme muy bien ya que un color verdoso se está formando en torno a sus ojos; aun así, este tipo tiene su atractivo.
-Ya se iban jefe- dice sin dejar de mirarme con una voz fuerte y firme. Los demás pasan a mi lado casi a trote, como si estuvieran espantados. Una sonrisa fugaz cruza el rostro del que supongo será mi compañero, que suerte, creo. Toma asiento detrás del escritorio que está más cercano a la salida y sube sus pies; es en ese preciso momento cuando me doy cuenta de que lo único limpio en esta oficina, es su escritorio.
-Muy bien. Cristóbal, te presento a tu nueva compañera de trabajo Elizabeth Lecona Gutiérrez- dice mientras voltea a verme. –Elizabeth, él es Cristóbal, y como puedes ver, esta será tu nueva oficina- mira a su alrededor y yo hago lo mismo.
-Mucho gusto Elizabeth- dice Cristóbal de repente con voz seria. Se mantiene en su lugar con los brazos cruzados sobre su pecho, y lo único que puedo hacer es asentir y dedicarle una media sonrisa.
-Espero que puedas instalarte bien, deje la información que tengo para ustedes en mi despacho, regreso en seguida- dice el jefe y sale de la oficina mientras que yo grito en mi interior: “no se vaya por favor”.
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ElizabethDesde el día que presencié como unos hombres mataban a mi padre por su dinero, decidí que haría justicia; no solo por la muerte de mi padre, sino también por todos aquellos que morían sin que sus asesinos tuvieran una buena razón, y aunque la tuvieran, no era justo lo que hacía ese tipo de gente. Es por eso que al concluir con una carrera técnica en programación y un año de trabajo, decidí integrarme a la seguridad pública y convertirme en una agente federal; claro, no sin antes haber comenzado con lo básico. Me costaría mucho trabajo llegar tan alto, pero no me daría por vencida.
En el municipio de Caborca, Sonora, llegaban a haber muchos crímenes, demasiados para ser sincera, y yo estaba dispuesta a que eso dejara de suceder, no dejaría que los delincuentes volvieran a salirse con la suya. Estacioné mi viejo Bora del año 1999 frente a la estación de policía.
Era un edificio de cuatro pisos que combinaba los colores azul marino y gris, sin embargo, era mejor que las demás construcciones viejas que rodeaban a la estación, la calle estaba recién arreglada, antes había tantos baches que era casi imposible que un automóvil llegara hasta la entrada de ella.
Como era mi primer día de trabajo quería dar una buena primera impresión, así que me vestí con un traje de color azul mezclilla, zapatos de tacón a juego y sujete mi cabello en lo alto de mi cabeza. En cuanto baje del auto alisé un poco mi falda, me ajusté bien la blusa y el saco, y en seguida me colgué al cuello la identificación que me habían proporcionado hace unos días. Caminé decididamente hacia la entrada, tratando de relajar mi respiración a cada paso que daba pero, no sabía caminar muy bien con tacones así que se me dificultó un poco.
La recepción se encontraba frente a mí, una joven atendía tantas llamadas como le era posible; sus ojos color verde se fijaron en mí y me dedicó una rápida sonrisa; su cabello castaño claro y totalmente lacio caía como cascada detrás de su espalda llegando justo a la mitad, además de que contrastaba muy bien con su tez blanca. Me acerqué para pedir la información necesaria y justo cuando iba a decir algo, la recepcionista me pidió un poco de tiempo hasta que se desocupara. Me giré sobre mis talones para dar una inspección rápida a la estación de policía.
Ya había estado aquí, pero me emocionaba poder formar parte de algo así. La entrada quedo nuevamente frente a mí; tanto a mi lado derecho como a mi lado izquierdo había unos elevadores. De lado derecho había laboratorios, y de lado izquierdo había unas cuantas oficinas, al parecer siete. Levanté la vista y pude ver a varias personas pasearse de un lado a otro para llegar hasta determinada oficina o subir al elevador.
Tenía entendido que se trabajaba en equipo; al perecer los policías eran los únicos que podían trabajar con más de dos compañeros, mientras que los que investigaban determinados casos, que era lo que yo haría, trabajaban en parejas.
-Dígame, ¿en qué puedo ayudarla?- dijo la recepcionista de repente haciendo que diera un respingo.
-¡Hola!, soy la nueva, Elizabeth Lecona Gutiérrez- dije extendiendo mi mano y me saludó poniéndose de pie para poder tener un mejor agarre en torno a mi mano.
-¡Claro, claro!, el jefe te espera en su oficina, es el último piso al fondo- dijo dirigiéndome una sonrisa radiante.
-Bien, gracias- dije mientras me dirigía hacia el elevador que había quedado esta vez a mi derecha cuando volteé para pedir la información. En cuanto llegué al último piso y las puertas se abrieron, traté de relajarme y me dirigí a la oficina de mi nuevo jefe.
En cuanto toqué la puerta, una voz algo ronca y varonil me contestó desde adentro.
-Adelante- reconocí su voz, ya que Emilio Acosta, mi nuevo jefe, me había entrevistado personalmente.
-Buenos días señor, soy Elizabeth-
-Adelante pasa, te estaba esperando, por un momento pensé que te habías arrepentido- dice mientras se pone de pie para saludarme.
-Nunca me arrepentiría de mi decisión señor- dije sonriendo
-Bien, pues entonces creo que ha llegado la hora de que conozcas a tu compañero de trabajo. Vamos, acompáñame a que conozcas tu nueva oficina-
En cuanto salimos de su despacho, las miradas curiosas se fijan en nosotros, más bien en mí, y la mayoría comienza a murmurar.
-Su nombre es Cristóbal-
-¿Cómo?, disculpe es que estaba un poco distraída-
-Oh, no te preocupes por ellos- dice refiriéndose a las personas que se nos quedan viendo. –Así son. Siempre que llega alguien nuevo, esperan que se vaya desde su primer día. No es un trabajo fácil, así que no te sorprenda si te lanzan miradas extrañas, ignóralos, no les des tanta importancia-
¿Qué?, ¿desde el primer día?, ¿tan malo era estar aquí? Volteo a ver a mi jefe, parece un poco divertido, pero trata de estar serio. Sabía que no tenía más de cincuenta años, sin embargo, el trabajo lo había desgastado bastante; la mayor parte de su cabello antes negro, ahora era más bien grisáceo; estaba de mi altura, 1.60 metros aproximadamente, de piel morena y buen porte. Su saco se acomodaba perfectamente a los músculos de su cuerpo y a cada paso que daba algunas medallas que colgaban de la prenda centelleaban contra la luz.
-La oficina de Cristóbal, y próximamente la tuya, está en la tercera planta. Y ya tengo un trabajo para ambos. Espero que sean un buen equipo, en cuanto lleguemos les daré más información para que comiencen pronto-
-Muy bien- digo con un hilo de voz. El primer día y esto se pone cada vez mejor. Llegamos a una oficina completamente desordenada, con poca luz, pero aun así se puede apreciar documentos tirados por todas partes, dos escritorios dispuestos del lado derecho de la puerta debidamente separados, los archiveros fuera de su lugar. Las risas de cuatro hombres se detienen en seco cuando entramos el jefe y yo.
-Caballeros- comienza Emilio. -¿Debo suponer que no tienen trabajo porque han resuelto sus casos ya?- hay seriedad en su voz, tres de ellos agachan la cabeza y uno de ellos me mira muy detenidamente; trato de esquivar su mirada pero me es imposible porque su mirada es muy intensa. Como no puedo evitar que me mire, me enderezo y le clavo la mirada en señal de desafío.
Es alto, probablemente unos veinte centímetros más que yo. El tono de su piel es como apiñonada, cabello castaño oscuro un poco ondulado, parte de él cae sobre su frente; la camisa azul claro que lleva deja a la vista que es musculoso, y sus ojos…
Sus ojos son únicos, es de esas que les cambia de color los ojos de acuerdo a los colores que utilicen en la ropa; y como lleva una camisa de un azul muy claro que casi parece blanco, puedo distinguir varios colores, desde el café más oscuro hasta el más claro, pasando también por el gris, verde y azul, todos ellos combinados en cada uno de sus iris.
Su rostro se mostraba sereno y al mismo tiempo curioso y quizá, un poco enojado, ¿enojado?, ¿por qué estaría enojado?, bueno, era algo por lo que no debía de preocuparme. Su nariz recta, de facciones finas, la barbilla cuadrada concorde a su rostro, labios delgados, con un grosor perfecto; se puede notar que no duerme muy bien ya que un color verdoso se está formando en torno a sus ojos; aun así, este tipo tiene su atractivo.
-Ya se iban jefe- dice sin dejar de mirarme con una voz fuerte y firme. Los demás pasan a mi lado casi a trote, como si estuvieran espantados. Una sonrisa fugaz cruza el rostro del que supongo será mi compañero, que suerte, creo. Toma asiento detrás del escritorio que está más cercano a la salida y sube sus pies; es en ese preciso momento cuando me doy cuenta de que lo único limpio en esta oficina, es su escritorio.
-Muy bien. Cristóbal, te presento a tu nueva compañera de trabajo Elizabeth Lecona Gutiérrez- dice mientras voltea a verme. –Elizabeth, él es Cristóbal, y como puedes ver, esta será tu nueva oficina- mira a su alrededor y yo hago lo mismo.
-Mucho gusto Elizabeth- dice Cristóbal de repente con voz seria. Se mantiene en su lugar con los brazos cruzados sobre su pecho, y lo único que puedo hacer es asentir y dedicarle una media sonrisa.
-Espero que puedas instalarte bien, deje la información que tengo para ustedes en mi despacho, regreso en seguida- dice el jefe y sale de la oficina mientras que yo grito en mi interior: “no se vaya por favor”.
- InvitadoInvitado
Re: Aventura Peligrosa (capítulo 1)
25.02.15 21:37
wow interesante jajajaja mmmm que podria pasar ahi? Me gusta solo que hay palabras que se repiten varias veces quiza podrias cambiarlo por sinonimos solo como observacion
- InvitadoInvitado
Re: Aventura Peligrosa (capítulo 1)
25.02.15 22:34
OOOHH, muchas gracias por el consejo, seré más cuidadosa con el siguiente
- InvitadoInvitado
Re: Aventura Peligrosa (capítulo 1)
26.02.15 21:38
jajajja descuida para eso estamos y animo así se mejora. No hay de que agradecer
- InvitadoInvitado
Re: Aventura Peligrosa (capítulo 1)
27.02.15 3:23
Me gusto mucho, yo nací en obregón Sonora pero tengo familia en itoda sonora, me gusta Cristóbal ❤
- InvitadoInvitado
Re: Aventura Peligrosa (capítulo 1)
28.02.15 1:27
Wow, genial, ahora ya tendré a alguien que pueda ayudarme con la descripción jajaja. Gracias, ojalá que te siga gustando.
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