Katherine Cap 01 y 02 (Relato erótico)

Capítulo 02

Después de clase

Atención jóvenes, hoy les explicaré un poco acerca de los aranceles y la diferenciación que puede haber en cada uno de los países –

Hace dos semanas que me encontré a mi profesor Joseph en la reunión a la que asistí hace algunos días. Aun no entiendo la situación en la que me encuentro. Cuando cruzamos miradas aquel día, salí inmediatamente del lugar, incluso mi amiga tuvo que salir corriendo detrás de mí, solo atiné a decir que tenía que irme rápidamente.

No pude asistir dos días a su clase, tenía demasiada vergüenza, demasiado miedo que mi vida fuera a acabar. ¿A caso el le diría todo a la escuela y me iban a expulsar? O incluso algo peor… ¿Qué pasaba si desde ahora me obligaba a ser su esclava en cambio de no revelar a nadie que asistí a un lugar así… La idea en parte me gustaba pero no quería perder mi vida, toda mi carrera, mis amigos, mi familia, todo se podía destruir. Desde que inicié mi búsqueda de encontrar un interés mutuo con otra persona no me había detenido en pensar las consecuencias, algo que pudiese cambiar toda mi vida.

Sin embargo, nada sucedió, han pasado días y el profesor ni siquiera me ha mirado, ya no me ha preguntado nada acerca de los temas, tampoco ha hecho el intento por hablar conmigo en privado, simplemente es como si yo no existiera más. Y esto me deja totalmente desamparada. ¿Acaso yo no le interesaré? No creo tener un mal cuerpo  y sin embargo nada sucede, ni una ligera señal.

- ¡Maldito profesor! – Definitivamente soy la reina de las situaciones incómodas.

- … -

- ¿Acaso me está hablando a mi señorita Katherine? – Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta que estaba en la mitad de su clase, ahora todos me estaban volteando a ver con una mirada de intriga, esperando la reacción de aquel hombre frente a nosotros.

- Lo… lo siento… no era con usted… yo solo… -

- Silencio, quédese al final de clase, platicaré con usted –

-Si... si profesor –

¿Alguna vez han estado en un choque automovilístico? o ¿Se han encontrado en una situación que acelera estrepitosamente su corazón? Esto era exactamente lo mismo, estaba  espantada de lo que acababa de hacer, acababa de llamar maldito al único hombre que tenía la manera de destruir mi vida. Durante el resto de la clase, empecé a imaginar cómo le diría a mi mama si algún rumor se empezaba a difundir. ¿Qué es lo que haría?

Los minutos se hicieron eternos hasta el final de la clase, todos empezaron a abandonar el lugar hasta que nos quedamos completamente solos. Yo seguía sentada en mi lugar, no podía mover ningún músculo, mientras veía al Profesor Joseph caminar a su escritorio y sacar un borrador para disponerse a eliminar las líneas marcadas sobre el pizzarón. En ningún momento me volteó a ver, me sentía tan distante, sentía que no existía en su mundo, mis emociones empezaban a jugarme otra centrífuga de mezclas extrañas.

El profesor se sentó en su silla frente al escritorio y empezó a guardar todas sus cosas. Sin guardarlas y sin levantar la mirada me dijo.

- Cierra la puerta Katherine -  

- ¿Por qué? – Contesté automáticamente.

- -…-

No hubo respuesta, continuó guardando sus cosas normalmente, pasó un par de minutos hasta que decidí obedecer sin preguntar de nuevo, me levanté dejando mis cosas sobre el escritorio y me acerqué a la puerta para cerrarla. Mi corazón palpitaba cada vez más, llegando a mi punto de quiebre cuando yo misma cerraba esa puerta, una puerta de posibilidades y en ese instante sentía que no tenía muchas. Di media vuelta para dirigirme a mi asiento.

- Alto –

- ¿Qué… que pasa?  -

-¿A dónde crees que vas?

-A mi asiento…  

- Ponte en cuatro, rodillas y manos sobre el suelo –

-¿Qué? No haré eso… -

- Hazlo y camina hacia mí Katherine –

-¿Pero estamos en el salón, ¡No voy a hacer eso…! –  Mi voz sonaba nerviosa, vigilaba constante la ventana la cual daba a un pasillo. No quería que nadie me viera con el profesor, no quería que nadie me viera en esa posición, sabía que todo había terminado, este era mi castigo por desear lo imposible.

- Que desperdicio de cuerpo…-

-¿A qué se refiere? –  El profesor Joseph se levantó de su lugar con su maletín colgando de el, se acercó a mi sin titubear. Mi cuerpo empezó a arder, ¿Qué me iba a hacer? ¿Estaba pasando esto en serio? Por alguna razón me empecé a calentar, mi cuerpo empezó a responder de la manera menos inesperada.

- Tu eres un desperdicio – sus palabras retumbaron mi corazón, me destruyeron más que cualquier imagen difundida en línea, él me tomó de la cintura moviéndome del camino fácilmente, incluso sentí como me levantó sin esfuerzo por algunos instantes, abrió la puerta y desapareció en el pasillo.

- soy… una estúpida… - Me empecé a sentir profundamente triste, he fallado, pensé que estaba lista para esto, yo había titubeado y perdí no solo mi oportunidad si no que seguramente, esta ocasión realmente destruiría mi vida. Como pensé yo no significaba nada para él. Durante el resto del día no fui yo, llegue a casa a descargar mi pena transformada en lágrimas sobre mi almohada. Ahogando cualquier ruido para evitar la preocupación de mis padres.

¿Por qué estaba tan afectada? Desde que tengo memoria he fantaseado con cientos de hombres, nunca he sido cercana a ellos, y puedo decir que no soy cercana al profesor Joseph, entonces… ¿Por qué estoy tan afectada? Esto en verdad que no tiene sentido en absoulto, nunca he sido tan débil.
Aún faltaba un par de días para volver a tener su clase y ya sentía que no podría asistir de nueva cuenta, no quería verlo a los ojos, no quería que estuviera decepcionado de mí…  Después de tranquilizarme, y como todas las noches desde que fui a aquella reunión me hacía espacio en mi cama para mis fantasías nocturnas. Nunca he necesitado pornografía para disfrutar las bondades de mi cuerpo. Solo mi imaginación y mis dedos provocando sensaciones deliciosas.

Fantaseaba mucho con aquel cuarto de la reunión, era un lugar viejo pero con bonitos detalles en madera y algunos cuadros en la pared. El cuarto no era muy grande y estaba completamente vació. Solo un sillón y el profesor Joseph adornado por un hermoso traje negro, sentía alrededor de mi cuello algo pesado,  y es que usaba un collar negro bastante grueso, me encontraba a sus pies. Como si de una perrita se tratase mirando hacia arriba esperando que el hiciera algo, me gustaba imaginarme en completa desventaja. Quería ser poseída por sus manos, por su cuerpo. Sentir su ser recorriendo al mío. Imaginar cómo iba destruyendo mi ropa, cortando cada prenda para dejarme desnuda y su disposición. Ver como la ropa se acumulaba y se volvía completamente inservible sin pensar en las consecuencias posteriores, sentir su mirada fija en mi culo, sentir como me derretía en mi interior mientras el examinaba mi cuerpo detalladamente como si de un perro de concurso se tratase. Pasaba su mano sobre mi cabello, sobre mi espalda llegando hasta mis muslos, separaba mis piernas e introducía su mano delicadamente entre ellas. Me tocaba delicadamente con sus dedos para luego hundirlos y empezar la faena de lujuria. No podía perder la posición, tenía que mantenerme como una buena perrita y no moverme, pero  sus dedos se hundían mas y más hasta que uno penetraba completamente lo que me hacía dar un salto, el cual se repitió cuando introdujo un segundo dedo, empezándome a penetrar constantemente. Empecé a derretirme, sentía como apretaba sus dedos y eso me ponía cada vez mas caliente, mis pechos bailaban al ritmo de sus dedos, mis gemidos escapaban de mi cuerpo mientras era suya…

-Haaa…-

Ahogue mi grito en la garganta, era solo una repetición de cada noche desde que estuve en la reunión, una repetición de mis fantasías para que luego me inundara el arrepentimiento de lo estúpida que había sido.

Yacía ahí desnuda en mi cama, cuando empecé a quedarme completamente desnuda,  en completo arrepentimiento después de ese día. Todo avanzó con normalidad y aún no era destruida por la sociedad, por lo que imagine que el profesor Jospeh no haría nada en realidad. Simplemente era un desperdicio para el, lo que me dolía incluso más que ser delatada ante todos. Su clase llegó y decidí asistir, mi tristeza me inundaba cada vez que lo veía y ahí estaba de nueva cuenta mostrando cero intereses en mí.

Mi depresión no me permitió ni siquiera prestar atención, estaba absorta en mi deseo de salir de ahí, en verdad que no hubiera ido ese día…

- Señorita Katherine, ¿Me está escuchando?  -

- Kat… te hablan – Sentí un golpecito en mi hombro y voltee a ver al chico que estaba a mi lado.

-‘Que? ¿Qué pasa? –

Hahahahahaha –  Todos empezaron a reír.

- Ya veo que no está prestando atención señorita Katherine.

- Lo siento… Lo siento profesor – Mi corazón se achico aun mas.

- Nada de lo siento, quédese al final de la clase –

Si…- ¿Otra vez al final de la clase? ¿Qué hice para merecer esto? No podía hacer esto de nueva cuenta, mi corazón estaba palpitando y me empezaba a marear un poco, me sentía enferma en verdad que no hubiera ido ese día.

De nueva cuenta y como si de una repetición se tratase todos salieron y me quede sentada en mi lugar, intentando ser invisible a su mirada que no se posaba ni un poco en mí.

-´¿Qué estas esperando para cerrar la puerta? –

-Yo… - No completé la frase, no sabía que quería este hombre, en verdad que he tenido diferentes experiencias, maravillosos amigos pero a él simplemente no podía saber que estaba pensando. Me levanté y me dirigí a la puerta, la habitación empezaba a contraerse, me sentía atrapada y muy mareada, todo empezaba a verse muy brillante. Cerré la puerta frente a mí, y sentí a lo lejos la voz del profesor.

-¿Ya sabes que hacer verdad?  -

-..- Mis palabras no salieron esta vez, me sentía mal, tenía que acabar con esto de una vez, no quería sentirme así, si me iba a destruir que lo hiciera de una vez. Me puse de rodillas y apoye mis manos sobre el suelo frio, me sentía en una posición incómoda, sintiendo como el pantalón apretaba mi culo, como la tanga que llevaba puesta se metía un poco. Empecé a caminar como una perrita directo al escritorio con la cabeza baja. No quería verlo a los ojos, me daba miedo verle, no saber qué es lo que quería de mí.  

Llegué hasta ahí y pude ver ante mis ojos sus zapatos, nunca los había visto de tan cerca, unos lindos viejos zapatos pero muy bien cuidados.

- Voltéame a ver Katherine –

Sentí su voz encima mío y alce la mirada dejando entrar la luz de la habitación directo a mis ojos, no pude soportarlo y sentí como me desvanecí por un instante, el mareo se apoderó de mí. Caí de costado golpeándome un poco contra la pared. Otra vez hice una vergüenza, en verdad que no estoy hecha para esto, soy un desperdicio después de todo.

- ¿Te encuentras bien Katherine? –

- Yo lo siento… solo quería… yo solo -  Sentí al profesor Joseph muy cerca mio, se había agachado y quedado a lado mio, sostenía mi cabeza entre su mano mientras la otra sostenía una de mis muñecas muy gentilmente.

- Vaya te encuentras bien… me habías preocupado –

- ¿Cómo…? ¿Por qué?

- Agh, ¿Qué voy a hacer contigo? –

- No… no lo sé… no me haga daño por favor… no le diga a nadie que me vio… yo no quiero dejar de estudiar –

- Haha, si que te has golpeado duro Katherine, no pensaba decirle a nadie que te ví ese día –
- ¿Por qué…? –

- ¿Acaso eres tonta? Eres de las más inteligentes en clase y ¿No puedes saberlo?, ¿Cómo crees que justificaría que te ví sin mencionar que yo estuve en el mismo lugar? No quiero perder mi trabajo. Me encanta enseñar –

- Ha… - No lo había pensado ni por un segundo, era verdad, no había, el también se encontraba ahí viendo a una chica desnuda dando vueltas en el cuarto. De pronto sentí sus brazos alrededor de mi cintura, sentí como hacía el intento de levantarme  por lo que ayude un poco, me puso de pie a su lado.

- ¿Te encuentras bien? –

-Sí… - El profesor volteaba a ver mi cabeza mientras yo alzaba mi mano para ponerla sobre el área afectada.

- ¿Conoces el Starbucks que está sobre la avenida Leones a media cuadra del museo Volcano?
- Starbucks… si he estado ahí un par de veces –

- Bien, te espero ahí el sábado a las 11 de la mañana, no llegues tarde -   Tomó su maletín y comenzó a caminar a la puerta.

-Espere… yo... no entiendo –  Detuvo su andar y me volteó a ver, una mirada detectivesca intentando resolver un misterio con sus propios ojos. Empezó a caminar hacía mi de nueva cuenta, parándose justo enfrente.

- Cierra los ojos –  Pensé en que alguna de mis respuestas automáticas se liberara pero lo retuve, simplemente los cerré y espere a que sucediera cualquier cosa.

Sentí su mano apartando mi cabello, lo mandaba a mi espalda liberando la vista hacia mi blusa, de pronto su respiración se encontró con mi piel, mi cuello empezaba a reaccionar por un pequeño soplido, un aire caliente que hacía en mi cuerpo más de lo que debería, sentí unos labios húmedos en mi cuello y mi cuerpo se sobresaltó por completo.

- Ha... – Mi  respiración se agitó de un momento a otro, y los labios desaparecieron.

-  Abre los ojos – abrí poco a poco los ojos, intentando en esta ocasión no recibir el destello de la luz, el profesor ya se encontraba a lado de la puerta. – Me equivoque al decirte que eres un desperdicio sin darte una oportunidad, el sábado veremos si vales para esto, Que no se te haga tarde para la siguiente clase Katherine –  Abrió la puerta y desapareció de ahí.

Sus palabras me dejaron fuera de la habitación, contemplando aquella ventana esperando que pasara alguien y me volviera a la realidad, pues había dado mi primer accidentado paso hacia mi más grande fantasía. Y odiaba sentir una terrible excitación que quemaba por tan solo pensarlo. Imaginando aquella tarde de sábado, la cual se volvería completamente inolvidable.