- InvitadoInvitado
Miedo (cuento)
16.11.14 20:05
No es muy bueno (al menos a mi criterio) pero lo acabo de terminar, basado en algo que escuché.
Miedo
Miedo
Miedo no es aquel pequeño escalofrío que recorre nuestro cuerpo al ver una película de terror. Tampoco podría clasificarse como miedo a la expectativa a la hora de rendir un examen.
No lo es un ruido en medio de la noche, ni lo causa el jefe en nuestro trabajo.
No. Miedo es otra cosa.
Se trata de una sensación tan horrible que es imposible describirla o compararla con otros aspectos de nuestra vida. Es inimitable y detiene los latidos de tu corazón. Miedo es lo que sentí y comprendí por primera vez hace apenas unas horas. Lo que aún siento.
Se trataba de un día más, como cualquier otro. Me desperté temprano y caminé cinco cuadras hasta el negocio donde trabajaba, un pequeño local de indumentaria deportiva. Hacía frío. Demasiado para esa época del año. No le presté atención durante el trayecto pero ahora entiendo que se trataba de una advertencia, un preludio a lo que se avecinaba, al encuentro con el miedo.
Abrí la puerta, encendí las luces y, con una ilusa sonrisa en el rostro, me dispuse a darle la bienvenida a los clientes de aquella mañana. Hice caso omiso al pequeño garabato que algún joven habría pintado por la noche, junto a la entrada del lugar. Grave error.
Me preparé el mate, puse la radio y tarareé no sé qué canción que está de moda. No pasó demasiado tiempo antes que ingresaran los primeros compradores. Una familia joven compuesta por la pareja y su bebé que dormía plácidamente en el carrito. Ella escogió un par de calzas y desapareció tras la cortina del probador mientras su marido esperaba. Otro cliente llegó entonces.
O eso creí. Mi cuerpo lo supo desde un comienzo pero, mi mente fue lenta. El muchacho se acercó al mostrador. Sus pasos retumbaban por encima de la música. Mi corazón se aceleró levemente mientras llevaba una mano a la llave del depósito.
Un asalto.
No necesitaba oír palabra alguna. Mis ojos, curiosos, siguieron la silueta del brazo izquierdo del atacante hasta donde su mano se cernía alrededor de un objeto oscuro. Daba igual si se trataba de un cuchillo o un revolver. Estaba en problemas.
La cobardía me venció y, antes que el misterioso personaje me dirigiera la palabra, fui hacia el probador y anuncié a la mujer que iria a buscar una prenda igual a la suya, pero en otro color.
Corrí.
Corrí escaleras abajo y me encerré en el depósito. No había dinero en la caja y mi única pertenencia, el celular, se encontraba a salvo en el bolsillo trasero del pantalón.
Creí tener miedo. Supuse que aquella sensación era miedo.
Me equivoqué.
No pasaron demasiados minutos antes que, impacientado ante mi ausencia, el criminal gritó. No distinguí la totalidad de sus palabras, aunque sé que pedía a la familia que se mantuviera en silencio.
Me llevé una mano al corazón, intentando evitar que escapara de mi pecho. Todo pasaría pronto. El hombre tomaría algunas prendas, la computadora y, quizá las pertenencias de la familia. Pero no me haría daño.
Entonces, mis latidos se detuvieron repentinamente ante un sonido que no debería haber tenido lugar. El llanto del bebé.
El ladrón, a los gritos, ordenó al padre que lo callara pero, no sirvió de nada. El hombre se puso nervioso y sentí sus pasos, veloces, sobre mi cabeza. Se dirigía a los probadores. Cerré los ojos para distinguir cada sonido, hasta el más mínimo movimiento.
La cortina del probador fue abierta bruscamente. La mujer, aterrada, gritó. Su marido intentó defenderla.
Un disparo. Más gritos. Llanto.
Miedo.
Los sonidos de confundían. Golpes, pisadas, muebles moviéndose, voces, un vidrio rompiéndose y otros ruidos que no era capaz de identificar.
Y yo, en la segura oscuridad del depósito. Abrazada a mis rodillas, debajo de un mueble, con los ojos cerrados.
Más disparos. Más gritos. La puerta cerrándose con fuerza.
Y silencio. Ese era el peor sonido de todos.
Nada se movía en el negocio, nadie hablaba o gritaba. Nada. No tengo forma de saber que ha ocurrido o si ya me encuentro a salvo.
Por ahora, parece que solo quedo yo, en el tétrico silencio de un depósito oscuro. Sin atreverme a salir, a moverme.
Yo.
Y el miedo.
El verdadero miedo. Miedo a permanecer allí y ser atacada. Miedo a salir y encontrarme con una escena que prefiero no imaginar. Miedo a desmayarme y no ser encontrada. Miedo a sufrir un ataque al corazón. Miedo a no poder jamás superar lo sucedido. Miedo a la muerte. Miedo a la inseguridad. Miedo.
Simplemente, miedo en su forma más pura.
No lo es un ruido en medio de la noche, ni lo causa el jefe en nuestro trabajo.
No. Miedo es otra cosa.
Se trata de una sensación tan horrible que es imposible describirla o compararla con otros aspectos de nuestra vida. Es inimitable y detiene los latidos de tu corazón. Miedo es lo que sentí y comprendí por primera vez hace apenas unas horas. Lo que aún siento.
Se trataba de un día más, como cualquier otro. Me desperté temprano y caminé cinco cuadras hasta el negocio donde trabajaba, un pequeño local de indumentaria deportiva. Hacía frío. Demasiado para esa época del año. No le presté atención durante el trayecto pero ahora entiendo que se trataba de una advertencia, un preludio a lo que se avecinaba, al encuentro con el miedo.
Abrí la puerta, encendí las luces y, con una ilusa sonrisa en el rostro, me dispuse a darle la bienvenida a los clientes de aquella mañana. Hice caso omiso al pequeño garabato que algún joven habría pintado por la noche, junto a la entrada del lugar. Grave error.
Me preparé el mate, puse la radio y tarareé no sé qué canción que está de moda. No pasó demasiado tiempo antes que ingresaran los primeros compradores. Una familia joven compuesta por la pareja y su bebé que dormía plácidamente en el carrito. Ella escogió un par de calzas y desapareció tras la cortina del probador mientras su marido esperaba. Otro cliente llegó entonces.
O eso creí. Mi cuerpo lo supo desde un comienzo pero, mi mente fue lenta. El muchacho se acercó al mostrador. Sus pasos retumbaban por encima de la música. Mi corazón se aceleró levemente mientras llevaba una mano a la llave del depósito.
Un asalto.
No necesitaba oír palabra alguna. Mis ojos, curiosos, siguieron la silueta del brazo izquierdo del atacante hasta donde su mano se cernía alrededor de un objeto oscuro. Daba igual si se trataba de un cuchillo o un revolver. Estaba en problemas.
La cobardía me venció y, antes que el misterioso personaje me dirigiera la palabra, fui hacia el probador y anuncié a la mujer que iria a buscar una prenda igual a la suya, pero en otro color.
Corrí.
Corrí escaleras abajo y me encerré en el depósito. No había dinero en la caja y mi única pertenencia, el celular, se encontraba a salvo en el bolsillo trasero del pantalón.
Creí tener miedo. Supuse que aquella sensación era miedo.
Me equivoqué.
No pasaron demasiados minutos antes que, impacientado ante mi ausencia, el criminal gritó. No distinguí la totalidad de sus palabras, aunque sé que pedía a la familia que se mantuviera en silencio.
Me llevé una mano al corazón, intentando evitar que escapara de mi pecho. Todo pasaría pronto. El hombre tomaría algunas prendas, la computadora y, quizá las pertenencias de la familia. Pero no me haría daño.
Entonces, mis latidos se detuvieron repentinamente ante un sonido que no debería haber tenido lugar. El llanto del bebé.
El ladrón, a los gritos, ordenó al padre que lo callara pero, no sirvió de nada. El hombre se puso nervioso y sentí sus pasos, veloces, sobre mi cabeza. Se dirigía a los probadores. Cerré los ojos para distinguir cada sonido, hasta el más mínimo movimiento.
La cortina del probador fue abierta bruscamente. La mujer, aterrada, gritó. Su marido intentó defenderla.
Un disparo. Más gritos. Llanto.
Miedo.
Los sonidos de confundían. Golpes, pisadas, muebles moviéndose, voces, un vidrio rompiéndose y otros ruidos que no era capaz de identificar.
Y yo, en la segura oscuridad del depósito. Abrazada a mis rodillas, debajo de un mueble, con los ojos cerrados.
Más disparos. Más gritos. La puerta cerrándose con fuerza.
Y silencio. Ese era el peor sonido de todos.
Nada se movía en el negocio, nadie hablaba o gritaba. Nada. No tengo forma de saber que ha ocurrido o si ya me encuentro a salvo.
Por ahora, parece que solo quedo yo, en el tétrico silencio de un depósito oscuro. Sin atreverme a salir, a moverme.
Yo.
Y el miedo.
El verdadero miedo. Miedo a permanecer allí y ser atacada. Miedo a salir y encontrarme con una escena que prefiero no imaginar. Miedo a desmayarme y no ser encontrada. Miedo a sufrir un ataque al corazón. Miedo a no poder jamás superar lo sucedido. Miedo a la muerte. Miedo a la inseguridad. Miedo.
Simplemente, miedo en su forma más pura.
- InvitadoInvitado
Re: Miedo (cuento)
16.11.14 22:20
Definitivamente eso es miedo. Interesante narracion, creo que te lleva a pensar el que harias tu. Te esconderias como ella o quedarte y quiza poder evitar esa situación. Pues, no es como tus otras historias pero no es mal
- AliAFICIONADO
- Mensajes : 1356
Re: Miedo (cuento)
16.11.14 22:50
Y bueno, si nos ponemos a pensar en como está nuestro país en este momento, este cuento lo retrata muy bien o por lo menos lo que pasa por las cabezas de aquellas personas a las que les ha pasado.
Los dibujos en las paredes son algo serio, ya uno no sabe si lo hacen por simple "arte" o para señalar algo.
Yo creo que de alguna forma u otra nuestro cuerpo sabe que algo va a pasar, nos avisa pero nosotros no nos damos cuenta. Como cuando se te pone la piel de gallina o se te eriza el pelo de la nuca. Para mi son todas señales, lastima que no estemos preparados para darles sentido.
Si esto es algo que escuchaste, debe de haber pasado de verdad, o no?
Por otro lado, siempre me gusta lo que escribes, muy bien explicado. Me gusto ^^
Los dibujos en las paredes son algo serio, ya uno no sabe si lo hacen por simple "arte" o para señalar algo.
Yo creo que de alguna forma u otra nuestro cuerpo sabe que algo va a pasar, nos avisa pero nosotros no nos damos cuenta. Como cuando se te pone la piel de gallina o se te eriza el pelo de la nuca. Para mi son todas señales, lastima que no estemos preparados para darles sentido.
Si esto es algo que escuchaste, debe de haber pasado de verdad, o no?
Por otro lado, siempre me gusta lo que escribes, muy bien explicado. Me gusto ^^
- InvitadoInvitado
Re: Miedo (cuento)
17.11.14 10:11
Obviamente, lo que oi no era TAN dramático como esto pero me llamó la atención y se me ocurrió armarlo como cuento. Me pareció una buena idea convertirlo en historia para poder mostrar el miedo desde otra perspectiva que a veces olvidamos. Pensamos que lo que nos aterra es o lo cotidiano o lo sobrenatural pero, en realidad, la realidad puede dar más miedo que otra cosa. No hay mucha gente que no le tema a la muerte, especialmente luego de vivir algo como esto.
No lo sé. Me pareció interesante =)
No lo sé. Me pareció interesante =)
- AliAFICIONADO
- Mensajes : 1356
Re: Miedo (cuento)
17.11.14 13:01
Ahhhh, menos mal, porque con lo del bebé me había dado mucha cosa.
La verdad es que me sorprende como de algo que escuchaste te armas una historia ^^ Espero que sigas subiendo más, me gusta mucho leer lo que escribes =)
La verdad es que me sorprende como de algo que escuchaste te armas una historia ^^ Espero que sigas subiendo más, me gusta mucho leer lo que escribes =)
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