Descenso en la 4ta Avenida.

Celeste miraba por la ventanilla de su habitación, en sus ojos se difuminaba la luz del sol, los carros pasaban por la 4ta Avenida de Nueva York y el humo de los cigarros de su vecina ondeaban tóxicamente por sus vías respiratorias. Su cabello, mojado por la ducha tibia que la había hecho despertar se alborotaba con el viento. Estaba desnuda, una pequeña toalla cubría sus pequeños senos, había meditado muy bien el desenlace final de su historia, sabía que todo debía acabar de una vez, como quien así zanja un final escalofriante en una novela de terror, Celeste sabía que los quintos pisos siempre eran perfectos y más aún cuando se cae algo. En su diario escribió las últimas palabras, lo cerró, y arrojo la pluma por la ventanilla, escucho un “click” que le confirmaba que la pluma había caído en seco en el frio pavimento, por su cabeza rondaban las voces de sus padres, sus hermanos, sus familiares, algunos diciéndole lo bien que realizaba su trabajo y otros al contrario haciéndole saber su frio desprecio que le partía el corazón en mil pedazos. Celeste no tenía miedo, sabía que lo que hacía era correcto, al menos para ella. No derramó ni una sola lagrima, estaba tranquila, serena. Su casa estaba sola, no se escuchaba nada, de inmediato el ruido del teléfono rompió el silencio, ella no contestará, tras varios tonos seguidos la contestadora comienza a grabar, era su esposo, le decía que hoy era su aniversario, 25 años de un matrimonio que ella considera “tiempo perdido”, su esposo le dice que en cuanto pueda le devuelva la llamada ya que él le tiene una sorpresa, el ruido cesó, Celeste se sentía abrumada, cada minuto que pasaba ella se sentía más miserable, en una sucesión de escalofríos Celeste sabía que ya había llegado el momento. Escogió una de sus mejores sillas, se paró encima de ella, empezó a caminar lentamente en lo que era su pasarela de la muerte, cuando colocó los pies en el borde de la ventana sintió como los rieles se clavaban en sus dedos, con una personalidad decidida ella siguió avanzando, la toalla que la cubría se iba desprendiendo, ella no quería parar. Sintió que ya no tenía donde pisar, el aire le rompía los tejidos, sentía que se iba desprendiendo, poco a poco, no pensaba en nada, no tenía miedo. Se estaba acercando, sus pies se fracturaron al golpear con el pavimento, sus piernas se reventaron, no pudo evitar hacer muecas de dolor, su cuerpo terminó de caer y la cabeza ya estaba hueca, su cerebro desecho yacía en el suelo, no escuchó más nada, su vida había acabado en un impulso, su habitación quedó vacía, las cortinas ondeaban fuera de la habitación, su esposo estaba llegando, al entrar una nota lo esperaba: “Asómate por la ventana”.

Oh! Me gusto mucho!
También estoy de acuerdo con el comentario de Roxy, pero muy buena de todos modos. Aunque me hubiera gustado saber por que lo hizo.

O.O una lectura traumante al final ..... No era necesaria tanta descripcion ¿? Jajajajaja Me agrado tu historia pero ¿Por que lo hizo? Esperaba almenos una minima explicasion y por tu escrito entiendo que su esposo la queria...... bueno una buena historia =)

Me gustó
El final me chocó, pero esta bien.

Me parece que deberías poner más espacios, porque queda más organizado.
Y coincido con las demás en que no se entiende el porque.