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Destiempo - Minihistoria
27.03.15 16:15
Soy nueva en el foro, y aunque ya me presenté en el lugar correspondiente, me pareció que la mejor manera de que realmente me conozcan, es a través de mis palabras. Espero que les guste, que me disculpen si tiene algún error, y si está escrito muy "argentino" también, porque me cuesta mucho escribir en neutro. Desde ya, gracias por leerme.
Roxy
Roxy
Decir que los astros se habían alineado a su favor era un tanto arriesgado. Sí, iban a coincidir en el mismo lugar aquella noche. No, él no tenía idea. Pero además había otras cosas que no se sabían, como por ejemplo, si él se había puesto o no de novio.
Su mejor amigo, ese que compartían, y con el cual había arreglado encontrarse esa noche, no le había dicho ni una sola palabra al respecto. Una gran parte de su ser esperaba que estuviera solo, pero la parte más racional estaba preparada para lo peor. Es que tenía que ser demasiado optimista para creer que iba a tener una segunda oportunidad.
Llegan, ella junto a sus amigas, dos horas más tarde de lo que lo hacen Santiago con su grupo de amigos, pero lo primero que hace, apenas entra al lugar, es divisarlo esperándola en las escaleras y corre a abrazarlo.
Lara tiene de demostrativa tanto como de africana, es decir absolutamente nada. Pero con su mejor amigo es diferente, quizás es porque lo ve poco, o porque lo amó en el instante en que entendió que él no es de los que tienen filtro para hablar, y ella necesitaba ese tipo de gente en su vida.
Sus amigas se dividen, y aunque él trata de llevarla escaleras arriba, donde están sus amigos, ella se separa, prometiéndole que irá en unos minutos, cuando vuelva a reunir a todas sus amigas.
-Si no llegás a subir no te hablo nunca más-Le dice él serio, arrastrando las palabras por la cantidad de alcohol en sangre que tiene encima. Ella se ríe, y le promete nuevamente, aunque no está segura de que su amigo siquiera recuerde que ella está en el mismo lugar que él.-Pero está Ramiro con la novia eh, no vas a poder hacer nada-Esas son las palabras mágicas. Las que la hacen caer en la realidad.
-Como si yo fuera a hacer algo-Le responde ella, sin perder su sonrisa en ningún momento, aunque empezando a resquebrajarse por dentro.
Se niega a echar a perder una noche con sus mejores amigos por culpa de Ramiro. Le regala una última sonrisa a su amigo ebrio, mientras lo pierde en la multitud, yendo en busca de sus amigas.
Pero como lo prometido es deuda, y como a todas sus amigas les cae genial, el grupo de chicas se dirigen hacia donde están ellos. Se vuelven a dividir en tandas para ir a saludar, porque no todos los del grupo con el que fue Lara conocen a su mejor amigo, y optan por quedarse en otro lugar de la pista de baile, pero tampoco quieren dejarlos solos.
Por supuesto que ella va en la primer tanda, y antes de saludar al resto, se queda bailando un poco con su amigo, que la intercepta a mitad de camino. Las otras dos amigas con las que se acercó se quedan a un costado, observando toda la escena con detenimiento.
-Vine a saludar a los demás y me vuelvo para adelante, gordo-Le grita por arriba de la música, pero no es lo suficientemente alto como para que su mejor amigo la entienda, o quizás ni siquiera le importa, y es por eso que la hace girar y seguir bailando.
Cuando logra separarse de los brazos de Santiago, divisa a uno de sus amigos y se acerca para abrazarlo. Si ve poco a su mejor amigo, a los amigos de él los ve todavía menos, pero siempre le cayeron todos de mil maravillas.
Aparentemente es recíproco, porque Manuel le devuelve el abrazo y hasta le hace chistes sobre su presencia en ese lugar.
Saluda a cuatro de los cinco hombres que son en el grupo, dejándolo a él para el final. En todo momento siente la mirada fija de Ramiro sobre ella, pero cree que es pura ilusión suya. El castaño fue con su novia, no tiene motivos para mirarla.
Se gira sobre su eje, para volver a encontrarse con Santiago. Le pregunta cuáles son las chicas con las que fueron a bailar ellos, para poder saludarlas, pero la borrachera de su amigo le nubla la razón y la respuesta que le da es que “No saludes a ninguna, son todas zorras”.
Aunque Lara insiste, su amigo no le dice a qué muchachas saludar, por lo que empieza a abandonar la ronda en la que estaban bailando los amigos de Santiago. Trata de volver a alcanzar a sus amigas, que siguen a un costado, pero sabe que no puede dejar de saludarlo, ni hacerse la que no lo notó, porque él está ahí, como si estuviera esperando especialmente por ella y lejos de su novia.
Ramiro le sonríe como si fuera su cumpleaños (técnicamente lo es, ya que ese es el motivo por el cuál ellos salieron esa noche) y si Lara no fuera consciente de toda la situación, probablemente le hubieran flaqueado las piernas, o en lenguaje vulgar: se le habría caído la tanga. Porque su sonrisa es lo primero que amó de él, lo que siempre amó.
Se acerca a saludarlo, pero no quiere, porque con cada paso, se va rompiendo una partícula de su ser. Él le sonríe todavía más, y ella lo putea internamente. No tiene derecho a ser así. Cuando la distancia desaparece, los dos abren los brazos para abrazarse.
Pero Ramiro vacila al girar su cabeza, y de no ser por la rápida reacción de Lara, hubieran terminado en un “picosaludo”. La castaña se aplaude e insulta a la vez. Y se rompe un poco más.
Lo que sigue es la gota que rebalsa el vaso. Él le hace un comentario sobre su nuevo look, porque para cuando ella decidió cambiar su color de pelo, ellos ya no compartían sus charlas eternas. Ella se desarma, porque su color de pelo solía ser motivo de debate y conquista en varias de sus charlas, y le encantaría gritarle que él no tiene derecho a decirle una cosa así estando de novio, pero decide quedarse callada y sonreír.
-Te felicito por tu licenciatura.-Contesta ella, tan neutral como puede. Por el rabillo del ojo ve que sus amigas están terminando de saludar, por lo que le sonríe de vuelta, y se gira, para poder volver a encontrarse con el resto.
-¡Esperá!-La detiene él, y se acerca a darle un beso peligrosa y estratégicamente cerca del cuello. Lara se hace y se deshace. No es más que partículas a punto de desmoronarse.-Gracias-Ramiro le sonríe de vuelta, y la deja ir. Siguiéndola con la mirada, y con la sonrisa.
Sus amigas no le preguntan absolutamente nada sobre lo que acaba de pasar, pero una de ellas se encarga, sin saberlo, de confirmar la supuesta ilusión de Lara.
-No puede estar de novio mirándote de la forma en la que te mira. Tenía la mirada fija sobre vos, te siguió desde que llegamos, y casi te da un beso en la boca. ¡Y la forma en la que te miraba cuando se hablaban! Lo lamento por la novia, que encima es una rubia fea.
-Igual no nos miraban con mala cara eh-Le dice su otra amiga, al recordar que no todo el grupo de gente con la que había ido Santiago las habían mirado con una sonrisa.
Lara sonríe una vez más, porque es lo único que se cree capaz de hacer sin desarmarse completamente. El resto de la noche se la pasa repasando mentalmente una y otra vez lo que acaba de pasar.
Por (mala) suerte, el lugar que eligieron sus amigas es el mismo lugar al que apunta el aire acondicionado del boliche. Poco a poco van ganando terreno en la pista, para quedar lejos del aire helado, pero lo suficientemente cerca de Santiago y compañía.
Inevitablemente lo busca con la mirada. O mejor dicho busca su sonrisa, porque es capaz de reconocerla en cualquier lugar, pero no la encuentra, porque Ramiro está muy ocupado usando su boca para otra cosa, con la sonrisa de alguien más.
Al menos tuvo la amabilidad de correrse al otro lado de la pista, lo suficientemente lejos, como para que el impacto no fuera tan fuerte. Lara sabía que eso iba a pasar, y que pasaba regularmente. Besarse era algo que los novios hacían, pero claramente le hubiera gustado no verlo jamás.
Odiaba a Ramiro, pero más se odiaba a ella, porque él seguía teniendo demasiado poder sobre todas sus emociones. Pero Lara no le iba a dar el gusto. No iba a estar triste, ni nada por el estilo. Iba a bailar y reír junto a sus amigas. Y a pesar de que había decidido no acercarse más al grupo de Santiago, iba a bailar con él cada vez que se acercara para pasar tiempo de mejores amigos.
Del resto de la noche no hay nada destacable. Salvo el hecho de que Lara sabe que Ramiro no se fue con sus amigos, y quiere pensar que es porque es el único que vive en otro barrio. Puede que sea cierto, pero también sabe que no es el único motivo, aunque trata de no pensarlo demasiado.
Pasan un par de semanas hasta que el milagro se vuelve a producir. Para ese momento, Lara terminó de confirmar lo que ya sospechaba: Ramiro la había bloqueado en la única red social que compartían. Todavía no está demasiado segura de si lo odia más a él, o a sí misma.
También confirma en boca de Santiago que las chicas que estaban con ellos en el boliche la odian porque “Todas creen que hay mucha química entre ustedes dos, y él ahora está con Meri, que es amiga de todas…”
-Te odio. Eso es lo único que puedo pensar en este momento.-Lara tiene los ojos cargados de lágrimas y lo único que quiere escapar, pero no puede.
Habla con una mezcla entre bronca y dolor, pero completamente sincera, y contradictoriamente mentirosa. Lo mira a los ojos, porque quiere que sepa que le está haciendo mucho mal, pero él no se corre ni un milímetro. La tiene acorralada en una esquina del living de la casa del mejor amigo de ambos. Están escondidos del resto, para evitar las miradas curiosas, y los problemas.
Lara no esperaba continuar aquella casa para cuando el castaño llegara, pero Manuel le había sacado charla y se le había pasado la hora. Para cuando se quiere dar cuenta, ya es demasiado tarde.
Por un instante sus miradas se cruzan, y Lara siente que (una vez más) algo se rompe dentro suyo. Recuerda que es nada más que un montón de partículas a punto de derrumbarse, y se apoya contra la pared, como con miedo de caer al vacío emocional que estuvo evitando durante tanto tiempo.
Cree verlo hacer una mueca, como si él sintiera su dolor, pero descarta esa idea rápidamente. Ramiro es egoísta e incapaz de sentir el dolor ajeno. Además sigue de la mano de María, ni siquiera tiene por qué mirarla. Aunque nota que la estudia con disimulo desde la otra esquina.
-Voy un minuto al baño Manu, y ahora me seguís contando-Lara se disculpa y se aleja.
Necesita unos segundos a solas para poder respirar y recomponerse. A pesar de que recomponerse está demasiado lejos de curarse, y eso es lo que en verdad necesita.
Cuando sale del baño, lo ve a él esperándola de brazos cruzados, apoyado contra la pared. Su seguridad la aplasta, y su sonrisa termina de matarla. Trata de mantener su cara tan neutral como puede, y lo esquiva, pero él la detiene.
-¿Podemos hablar?
Cada una de las partes que (des)arman a Lara se están poniendo en fila para saltar una a una hacia el vacío.
-No.
-Por favor.
No lo mira a los ojos, porque sabe que si lo hace, pierde la batalla. Pero siente el puchero en su voz, y se debilita. No le responde nada, pero se deja arrastrar hacia la esquina del living donde nadie puede verlos.
-Lara…-Empieza a hablar él, pero se calla en el momento en el que sus miradas se encuentran.
Ramiro entiende que acaba de arruinar toda la estabilidad que la castaña había logrado conseguir, lo ve en sus ojos, y se insulta un poco mentalmente, porque lo que menos quiere es hacerla sufrir, pero aparentemente es todo lo que consigue.
-Te odio. Eso es lo único que puedo pensar en este momento.
Lara también lo hace sufrir. En el fondo sabe que se lo merece. Sabe, también, que no tiene derecho alguno para retenerla ahí, sobretodo porque llegó de la mano de su novia, pero pierde el control de sus impulsos cada vez que la tiene cerca.
-Perdón.
Las palabras se le escapan de la boca, y Lara percibe que está siendo sincero. Se toma unos segundos para responder, para asegurarse de que va a poder hablar sin echarse a llorar desconsoladamente. No piensa la respuesta, no lo necesita.
-Te perdono.
Ramiro da un paso atrás, y ella ahora tiene espacio para poder salir, pero algo le dice que tiene que quedarse. Quizás es la expresión de sorpresa que pone él, o quizás es que se da cuenta de que en realidad sí quiere hablar.
-¿Así de fácil?
-Sí Ramiro, así de fácil. Si en su momento no la pudiste pelear por nosotros, no voy a pedirte que lo hagas ahora. Además tenés una novia que te debe estar esperando, a pocos metros de distancia. El tiempo siempre llega, pero no siempre llega a tiempo. Antes yo no estaba lista, y ahora sos vos el que no está en condiciones. Y está perfecto, y me la tengo que aguantar aunque me duela. A pesar de que, lo que en realidad me duele, es tu egoísmo. Porque yo no necesito que te me vengas a hacer el lindo, no me hace bien. Porque se supone que vos estás feliz con tu novia, y eso lo puedo soportar, pero ¿Las sonrisitas? ¿Nuestros chistes internos? No había necesidad, porque al final del día, te vas con ella, y tenés el tupé de llevarte una parte de mí.
Él la mira embelezado, perdido en sus palabras. La admira, porque de repente se volvió inmensa. Pero se ahoga debajo de la catarata de sinceridad en la que se convirtió Lara. Sin embargo, no reclama un salvavidas porque perdió ese derecho.
-En este momento, lo que menos necesito es que me vengas con planteos. Me estuve devanando los sesos pensando en cómo se seguiría escribiendo lo nuestro, hasta darme cuenta de que en realidad no hay un “nuestro”, somos vos y yo tomando caminos diferentes. No te quiero escuchar, porque me da pánico lo que tenés para decirme. No quiero saber que ya no me querés. O peor, que todavía me querés, porque vas a terminar de derrumbarme, y en este momento, lo único que necesito es que alguien me abrace tan fuerte que pueda a volver a juntar mis partes rotas.
Ojalá fueras vos, pero no podés ser vos. No quiero dejar que seas vos.
Una lágrima cae rodando por la mejilla izquierda de la muchacha. La única. Ella la deja caer libremente, él tampoco la intercepta. Todavía está procesando lo que escuchó. Está dejando que las palabras lo golpeen de a una.
Lara sabe que es el momento de salir de ese rincón. Se aleja unos pasos, dejando a Ramiro estático en su lugar. Aprovecha para mandar un mensaje rápido, para que alguien la vaya a buscar tan pronto como sea posible, y se gira una vez más, para decirle una última cosa al muchacho.
-Aparecés en mi vida para endulzar mis ficciones y amargar mi realidad, pero al final, no llegamos ni a cuento-Le suelta con amargura, antes de desaparecer por la puerta que da al patio, para empezar a despedirse de todos los presentes.
Esa es la última estocada, antes de retirarse del juego.
- InvitadoInvitado
Re: Destiempo - Minihistoria
29.03.15 0:51
wow esa historia estuvo intensa y triste u.u .... Un consejo en la redaccion suena un poco mmm como decirlo... Necesita un poco de detalles en algunas partes ya que suena plana pero creo que seria maravillosa
- InvitadoInvitado
Re: Destiempo - Minihistoria
29.03.15 4:29
Hola a todos los que leen y leerán esto ahora y por siempre. Concuerdo con MadaiCDL en cuanto a que necesita detalles en algunas partes. Ha sido una historia corta que he disfrutado leyendo, sin duda,
un saludo,
Nahyo.
un saludo,
Nahyo.
- InvitadoInvitado
Re: Destiempo - Minihistoria
29.03.15 13:18
Gracias por haberse tomado el tiempo de leer, y aún más de comentar. Ramiro existe y yo soy un poco Lara, y sí, es triste, pero es real, quizás por eso es plana. Porque fue más un refugio para mí que una historia. Pero aprecio un montón sus críticas constructivas y trabajaré más en los detalles. Gracias de nuevo.
- InvitadoInvitado
Re: Destiempo - Minihistoria
30.03.15 20:41
No hay de que agradecer lo hacemos con placer y que bueno que te sirva de algo nuestros comentarios es la idea . Poco a poco y tal vez sirva visualizar el momento intenta meterte en tu propia historia y mas que es parte de ti y parte de una realidad. solo como consejito
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