- Natii TerraADMIN
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Without title
31.05.15 16:51
¡Hola a todos! Hoy les quiero compartir un fragmento de un cuento que estamos escribiendo junto con un amigo para Literatura. Aún no tiene título pero el cuento girará en torno al ave fénix y su significado.
Aceptamos cualquier tipo de crítica constructiva
Gwendolyne sentía que su vida se basaba en la rutina; levantarse, desayunar, trabajar, volver a casa, dormir y volver a empezar. Esto le producía tristeza y un vacío inexplicable que le hacía pensar si su vida tendría un propósito más allá de simplemente vivir.
Varias veces había pensado en viajar a alguna parte del mundo para despejarse y simplemente disfrutar de no tener un plan que seguir pero nunca había sido lo suficientemente valiente para alejarse de todo lo conocido y así arriesgarse a despertar su más grande pasión, dedicarse por completo a lo que había estudiado: arqueología. Dicha pasión surgió cuando era tan solo una niña de 9 años, el día en que su abuelo volvió de Egipto con un regalo muy especial para ella: un colgante con un escarabajo dorado. Su abuelo le contó que lo había encontrado, entre otros objetos, en una investigación arqueológica cerca de las Pirámides de Guiza y que instantáneamente pensó en ella. Gwen le preguntó qué significaba y él solo la incitó a que investigara por sí misma. Desde ese día lo lleva puesto y nunca se lo quitó hasta el día de la muerte de su abuelo, cuando el colgante desapareció. Ese mismo día enterró su sueño en lo más profundo de su alma. Ellos habían pensado en empezar su propia investigación juntos, y ahora sin él, ¿qué sentido tenía? Así que consiguió un trabajo como secretaria en una imprenta...
Nos quedamos por acá porque no sabemos como unir las ideas que nos vienen a la mente xD
En fin, espero sus sugerencias ^^
Aceptamos cualquier tipo de crítica constructiva
Gwendolyne sentía que su vida se basaba en la rutina; levantarse, desayunar, trabajar, volver a casa, dormir y volver a empezar. Esto le producía tristeza y un vacío inexplicable que le hacía pensar si su vida tendría un propósito más allá de simplemente vivir.
Varias veces había pensado en viajar a alguna parte del mundo para despejarse y simplemente disfrutar de no tener un plan que seguir pero nunca había sido lo suficientemente valiente para alejarse de todo lo conocido y así arriesgarse a despertar su más grande pasión, dedicarse por completo a lo que había estudiado: arqueología. Dicha pasión surgió cuando era tan solo una niña de 9 años, el día en que su abuelo volvió de Egipto con un regalo muy especial para ella: un colgante con un escarabajo dorado. Su abuelo le contó que lo había encontrado, entre otros objetos, en una investigación arqueológica cerca de las Pirámides de Guiza y que instantáneamente pensó en ella. Gwen le preguntó qué significaba y él solo la incitó a que investigara por sí misma. Desde ese día lo lleva puesto y nunca se lo quitó hasta el día de la muerte de su abuelo, cuando el colgante desapareció. Ese mismo día enterró su sueño en lo más profundo de su alma. Ellos habían pensado en empezar su propia investigación juntos, y ahora sin él, ¿qué sentido tenía? Así que consiguió un trabajo como secretaria en una imprenta...
Nos quedamos por acá porque no sabemos como unir las ideas que nos vienen a la mente xD
En fin, espero sus sugerencias ^^
- DessiccAFICIONADO
- Mensajes : 262
Re: Without title
01.07.15 23:42
a mi me da mucha curiosidad saber que paso, cuando escriben la continuación por favooooor.... muero por leerlo
- Natii TerraADMIN
- Mensajes : 252
Re: Without title
02.07.15 23:22
Bueno, como verás a continuación le hicimos muchas modificaciones... y aún tenemos que terminarla... jajajaja
Después decime qué tal
No podía ver nada, había una completa oscuridad. No sabía dónde estaba ni porqué estaba en ese lugar. De repente, escuché un sonido. Se parecía al crepitar de las llamas, pero si fuera así, tendría que haber fuego en alguna parte. Comencé a caminar insegura de mis pasos, en busca del fuego, guiándome por el sonido. Repentinamente una luz apareció disipando la oscuridad. Efectivamente había una fogata allí, observé a mi alrededor pero ni rastro de alguna persona o criatura que haya encendido el fuego. Me senté frente a la fogata y comencé a observarla. Las variaciones del color, la altura de las llamas y el crepitar me hipnotizaron. De improvisto comenzaron a aparecer figuras que no terminaba de descifrar. Así como surgieron, así de rápido se fueron y el fuego se apagó. Me levanté, asustada y miré hacia todos lados. Sentí que alguien -o algo- me observaba. Lentamente me di la vuelta y me encontré con unos ojos rojos penetrantes. Estaban allí, sin cuerpo alguno, solo ojos. De repente escuché una voz profunda, que decía cosas en otro idioma que parecía árabe. Por un momento creí escuchar la voz de mi abuelo pero eso no tenía sentido. Repentinamente la situación cambió, estaba en un desierto y estaba lloviendo. Pero no caía agua, llovía cenizas.
Gwendolyne sentía que su vida se basaba en la rutina; levantarse, desayunar, trabajar, volver a casa, dormir y volver a empezar. Esto le producía tristeza y un vacío inexplicable que le hacía pensar si su vida tendría un propósito más allá de simplemente vivir.
Varias veces había pensado en viajar a alguna parte del mundo para despejarse y simplemente disfrutar de no tener un plan que seguir pero nunca había sido lo suficientemente valiente para alejarse de todo lo conocido y así arriesgarse a despertar su más grande pasión, dedicarse por completo a lo que había estudiado: arqueología. Dicha pasión surgió cuando era tan solo una niña de 9 años, el día en que su abuelo volvió de Egipto con un regalo muy especial para ella: un colgante con un escarabajo dorado. Su abuelo le contó que lo había encontrado, entre otros objetos, en una investigación arqueológica cerca de las Pirámides de Guiza y que, al verlo, instantáneamente pensó en ella. Gwen le preguntó qué significaba y él solo la incitó a que investigara por sí misma. Desde ese día lo lleva puesto y nunca se lo quitó hasta el día de la muerte de su abuelo, cuando el colgante desapareció. Ese mismo día enterró su sueño en lo más profundo de su alma. Ellos habían pensado en comenzar su propia investigación juntos, y ahora sin él, ¿qué sentido tenía? Así que consiguió un trabajo como la secretaria del director de una imprenta y se olvidó de todo eso.
Existían días en los que los recuerdos inevitablemente la invadían y terminaba pensando en su abuelo, en lo que habría sido. Y casi automáticamente le venían a la mente esos extraños sueños que tenía desde ese fatídico día. Los soñaba una o dos veces por año y era prácticamente el mismo sueño, variaban algunas cosas. Había investigado en internet pero las teorías variaban y no tenían mucho sentido; hasta pensó en ir a un psicólogo pero decidió quitarle hierro al asunto y dejarlos de lado.
Cierto día mientras estaba en su cama leyendo una novela policial, un diálogo con su abuelo la asaltó al leer una oración de la novela que hablaba de los musulmanes.
-Abuelo, ¿en Egipto hablan español?
-No querida, allí se habla una variación del árabe llamada Masri.
-¡Yo quiero aprender! -Él se rió suavemente.
-Cuando estés lista te enseñaré.
Tres años después murió. Y nunca le enseñó árabe. Aún sigue con ansias de aprender pero no le encuentra la utilidad de gastar dinero para tomar clases y luego ni siquiera utilizarlo.
Esa misma noche tuvo aquel sueño extraño. Ya era la segunda vez y por suerte, la última. Pero estaba equivocada. La noche siguiente lo soñó por tercera vez y también la siguiente y la siguiente a esa, durante una semana. Gwendolyne tenía miedo de ir a dormir porque sabía lo que la esperaba. No podía descansar lo suficiente ya que cuando terminaba el sueño y se despertaba no lograba volver a dormir. Sus amigos notaban su cansancio y veían que estaba todo el día nerviosa. Estos le recomendaron ir a un médico pero ¿qué saben los médicos sobre sueños extraños?. Un día, su mejor amiga le sugirió algo que la dejó pensando, le dijo que pidiera licencia por estrés en el trabajo y aprovechara para irse de viaje. Pero no tenía idea de adónde ir, así que decidió dejarlo al azar. Tomó un globo terráqueo que tenía desde niña, lo giró, cerró sus ojos y apoyó su dedo índice en él. Abrió los ojos, levantó su dedo del punto y allí se leyó “Egipto”. ¿Porqué justo ahí? ¿Porqué de los 194 países que hay en el mundo tuvo que salir Egipto? ¡Allí murió su abuelo! Y esa es razón suficiente para no querer ir. Repitió el proceso tres veces más: girar, cerrar los ojos, apoyar dedo índice. Las tres veces tocó Egipto. ¡Parecía cosa del destino! Comenzó a pensar en que quizás era su oportunidad -o algún tipo de señal- para conocer el porqué su abuelo amaba aquel lugar, tanto como para no querer volver y hasta morir allí. De paso aprendería árabe y podría admirar en los museos los tesoros de allí.
-¿Me llamarás apenas llegues, cierto?
-Sí mamá.
-Quiero que te cuides del sol, así que puse en tu maleta un protector solar factor 80.
-Gracias mamá pero no era necesario, ya llevo uno.
-¡Pero es factor 50! No quiero que luego tengas cáncer de piel y esa clase de cosas horribles.
-Bien, bien. Me tengo que ir, el taxi está esperándome hace media hora.
-Ay, no quiero que mi bebé se vaya...
-¡Me voy dos semanas! Además soy mayor de edad y ¡no me voy a morir!
-Bueno hija, nunca se sabe...
-¡MAMÁ!
-Está bien, está bien. Ve. -Me dio un beso en la mejilla y me abrazó hasta quitarme el aire. Luego me soltó y por fin pude subirme al taxi. Una hora y media después ya estaba sentada en mi cómodo asiento de avión y preparada para el largo viaje.
Hasta aquí... siento que en cualquier momento vamos a editarlo, otra vez... Siempre hay algo que no nos convence jaja
Después decime qué tal
No podía ver nada, había una completa oscuridad. No sabía dónde estaba ni porqué estaba en ese lugar. De repente, escuché un sonido. Se parecía al crepitar de las llamas, pero si fuera así, tendría que haber fuego en alguna parte. Comencé a caminar insegura de mis pasos, en busca del fuego, guiándome por el sonido. Repentinamente una luz apareció disipando la oscuridad. Efectivamente había una fogata allí, observé a mi alrededor pero ni rastro de alguna persona o criatura que haya encendido el fuego. Me senté frente a la fogata y comencé a observarla. Las variaciones del color, la altura de las llamas y el crepitar me hipnotizaron. De improvisto comenzaron a aparecer figuras que no terminaba de descifrar. Así como surgieron, así de rápido se fueron y el fuego se apagó. Me levanté, asustada y miré hacia todos lados. Sentí que alguien -o algo- me observaba. Lentamente me di la vuelta y me encontré con unos ojos rojos penetrantes. Estaban allí, sin cuerpo alguno, solo ojos. De repente escuché una voz profunda, que decía cosas en otro idioma que parecía árabe. Por un momento creí escuchar la voz de mi abuelo pero eso no tenía sentido. Repentinamente la situación cambió, estaba en un desierto y estaba lloviendo. Pero no caía agua, llovía cenizas.
~*~
Gwendolyne sentía que su vida se basaba en la rutina; levantarse, desayunar, trabajar, volver a casa, dormir y volver a empezar. Esto le producía tristeza y un vacío inexplicable que le hacía pensar si su vida tendría un propósito más allá de simplemente vivir.
Varias veces había pensado en viajar a alguna parte del mundo para despejarse y simplemente disfrutar de no tener un plan que seguir pero nunca había sido lo suficientemente valiente para alejarse de todo lo conocido y así arriesgarse a despertar su más grande pasión, dedicarse por completo a lo que había estudiado: arqueología. Dicha pasión surgió cuando era tan solo una niña de 9 años, el día en que su abuelo volvió de Egipto con un regalo muy especial para ella: un colgante con un escarabajo dorado. Su abuelo le contó que lo había encontrado, entre otros objetos, en una investigación arqueológica cerca de las Pirámides de Guiza y que, al verlo, instantáneamente pensó en ella. Gwen le preguntó qué significaba y él solo la incitó a que investigara por sí misma. Desde ese día lo lleva puesto y nunca se lo quitó hasta el día de la muerte de su abuelo, cuando el colgante desapareció. Ese mismo día enterró su sueño en lo más profundo de su alma. Ellos habían pensado en comenzar su propia investigación juntos, y ahora sin él, ¿qué sentido tenía? Así que consiguió un trabajo como la secretaria del director de una imprenta y se olvidó de todo eso.
Existían días en los que los recuerdos inevitablemente la invadían y terminaba pensando en su abuelo, en lo que habría sido. Y casi automáticamente le venían a la mente esos extraños sueños que tenía desde ese fatídico día. Los soñaba una o dos veces por año y era prácticamente el mismo sueño, variaban algunas cosas. Había investigado en internet pero las teorías variaban y no tenían mucho sentido; hasta pensó en ir a un psicólogo pero decidió quitarle hierro al asunto y dejarlos de lado.
Cierto día mientras estaba en su cama leyendo una novela policial, un diálogo con su abuelo la asaltó al leer una oración de la novela que hablaba de los musulmanes.
-Abuelo, ¿en Egipto hablan español?
-No querida, allí se habla una variación del árabe llamada Masri.
-¡Yo quiero aprender! -Él se rió suavemente.
-Cuando estés lista te enseñaré.
Tres años después murió. Y nunca le enseñó árabe. Aún sigue con ansias de aprender pero no le encuentra la utilidad de gastar dinero para tomar clases y luego ni siquiera utilizarlo.
Esa misma noche tuvo aquel sueño extraño. Ya era la segunda vez y por suerte, la última. Pero estaba equivocada. La noche siguiente lo soñó por tercera vez y también la siguiente y la siguiente a esa, durante una semana. Gwendolyne tenía miedo de ir a dormir porque sabía lo que la esperaba. No podía descansar lo suficiente ya que cuando terminaba el sueño y se despertaba no lograba volver a dormir. Sus amigos notaban su cansancio y veían que estaba todo el día nerviosa. Estos le recomendaron ir a un médico pero ¿qué saben los médicos sobre sueños extraños?. Un día, su mejor amiga le sugirió algo que la dejó pensando, le dijo que pidiera licencia por estrés en el trabajo y aprovechara para irse de viaje. Pero no tenía idea de adónde ir, así que decidió dejarlo al azar. Tomó un globo terráqueo que tenía desde niña, lo giró, cerró sus ojos y apoyó su dedo índice en él. Abrió los ojos, levantó su dedo del punto y allí se leyó “Egipto”. ¿Porqué justo ahí? ¿Porqué de los 194 países que hay en el mundo tuvo que salir Egipto? ¡Allí murió su abuelo! Y esa es razón suficiente para no querer ir. Repitió el proceso tres veces más: girar, cerrar los ojos, apoyar dedo índice. Las tres veces tocó Egipto. ¡Parecía cosa del destino! Comenzó a pensar en que quizás era su oportunidad -o algún tipo de señal- para conocer el porqué su abuelo amaba aquel lugar, tanto como para no querer volver y hasta morir allí. De paso aprendería árabe y podría admirar en los museos los tesoros de allí.
-¿Me llamarás apenas llegues, cierto?
-Sí mamá.
-Quiero que te cuides del sol, así que puse en tu maleta un protector solar factor 80.
-Gracias mamá pero no era necesario, ya llevo uno.
-¡Pero es factor 50! No quiero que luego tengas cáncer de piel y esa clase de cosas horribles.
-Bien, bien. Me tengo que ir, el taxi está esperándome hace media hora.
-Ay, no quiero que mi bebé se vaya...
-¡Me voy dos semanas! Además soy mayor de edad y ¡no me voy a morir!
-Bueno hija, nunca se sabe...
-¡MAMÁ!
-Está bien, está bien. Ve. -Me dio un beso en la mejilla y me abrazó hasta quitarme el aire. Luego me soltó y por fin pude subirme al taxi. Una hora y media después ya estaba sentada en mi cómodo asiento de avión y preparada para el largo viaje.
Hasta aquí... siento que en cualquier momento vamos a editarlo, otra vez... Siempre hay algo que no nos convence jaja
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