- InvitadoInvitado
Pain 19/nov/14
19.11.14 15:40
Derechos de Autor reservados (?
Ayer me dijiste que tu novia y tú al fin habían terminado. Creías que no me había enterado, pero la verdad es que ya lo sabía aunque, debo admitir, tenía la esperanza de que hubieses sido tú el causante de la ruptura. Dolió enterarme que fue ella. Dolió más enterarme que realmente te dolió a ti, y que luego de eso pasaste la noche jugando vídeo juegos. Es como superas las cosas. Y me mató el hecho de que esperas volver con ella. Que solo le estás dando tiempo. Que luego volverás a buscarla.
Está bien.
Está muy bien.
Mientras tú me explicabas todas estas cosas, yo en más de una ocasión tuve que tragar en seco para no llorar. No te diste cuenta, ¿cómo podrías si hablábamos a través del chat? Aunque, me conoces. Sabes exactamente lo que siento por ti, te lo he dicho más de una vez. Y sabes cuánto me duele esto, pero decidiste ignorarlo. Actualmente solo lo ignoras, y yo no dije nada. De todas formas, en ese momento necesitaste una amiga. Y eso fui. Me tragué cada lágrima y comprendí tu dolor. Y luego, en la noche, lloré por ti. Lloré contigo. Estuve toda la noche preocupada y me maldije por no tener encima un cigarro mientras cada frase que me dijiste pasaba por mi cabeza.
“No me dio razones […] tenía la mirada más triste del mundo.”
“Pareció tan forzada a decir eso. Le daré su tiempo.”
Uno de mis amigos me dijo que debería de estar feliz. Sí, debería, pero el caso es que me siento miserable. Tal vez incluso más miserable que antes. Quería que fueras mío, sí. Como antes, porque lo eres todo para mí. Pero no quería que sufrieras, tú dolor es mi dolor. Y es que, ¿quién, en su juicio más sano, desearía ver sufrir al ser amado? Preséntenme al condenado. Si es que lo hay.
Hoy en la mañana me obligué a ir al instituto. Al levantarme y mirarme al espejo me vi demacrada. Los labios resecos, sin color. Los ojos hinchados, sin vida. Me ardían. La piel pálida, fría. Y el cabello caía triste alrededor. Me lavé y me arreglé tanto como pude para que no se me notara y me obligué a desayunar. Mala idea, porque casi devolví todo en la tercera materia. Corrí al baño y temblorosa obligué a mi estómago a expulsarlo todo. “Mejor ahora que nunca”. Ojalá pudiera hacer lo mismo con lo que siento por ti. Simplemente, introducir mis dedos en mi corazón y mantenerlos allí hasta que cada recuerdo, cada sonrisa, cada obsequio, cada momento… simplemente saliera. Y casi vuelvo a llorar. Casi. Allí, aferrada a la taza del váter mientras mi desayuno abandonaba mi cuerpo, cruzando el mismo camino que utilizó para entrar en medio de ese ácido asqueroso que quemaba a su paso mi garganta, dejándola tan al rojo vivo como si hubiese estado gritando por horas. Volví a levantarme, me lavé el rostro y, temblorosa débil, dirigí mis pasos al aula. La cabeza en alto. Terminé de tomar mis apuntes casi en automático no entendí nada y fui la primera en abandonar la clase. No fui capaz de entrar a la siguiente. Pedí permiso por enfermedad y salí corriendo de allí. Me asfixiaba. Ahora es así. No le encuentro gusto ni a mi danza, esa que tanto te gustaba. Recuerdo que cada vez que bailaba para ti me pedías que lo siguiera haciendo, que nunca parara. Y tenías esa mirada de emoción, de admiración, en el rostro. Nunca, nadie, me había mirado así.
Llegando del colegio volví a conectarme. Ni siquiera habías leído el mensaje que te dejé la noche anterior. “Te quiero, Oz. Cuídate”; rezaba la última línea. Me sentía mal, jodidamente mal, pero aún así me quedé a esperarte. Siempre me quedo a esperarte aunque la noche la haya tenido en vela y el cuerpo no me aguante. Solo me interesa saber cómo estás. Cómo sigues.
A la final te conectas, y hablas conmigo sin siquiera saludar. Me dices que al fin tienes tu respuesta.
“Me terminó por razones familiares. La madre le puso insegura, y me dijo que sinceramente no se sentía lista para tener novio”
Te vuelvo a insinuar la posibilidad de que hables con ella y le pidas volver. No me atrevo a preguntarte directamente si quieres eso. Perdóname, pero a estas alturas solo me resta intentar salvar un poco de dignidad. Me repites lo mismo: “No, no, que se tome su tiempo”. Y mi corazón vuelve a romperse. Mi alma muere. Yo muero. “Es una buena decisión”, dije.
Luego hablamos de otros temas, mi salud, te dije que los mareos habían vuelto; mis posibilidades de estudiar en el exterior. Temas que realmente no me importaban. Posiblemente a ti tampoco. Y te fuiste, sin avisar. Algo habrá de haberte pasado.
Solo cuando me doy cuenta de que te has ido me permito llorar. Lloro y vuelvo a hacerlo hasta que ya no queda nada más que vacío en mí… y aún entonces sigo llorando porque no estás tú para llenar ese vacío. Suena de fondo "Nothing else matters", la primera canción que me dedicaste en aquellos días en los que aún me amabas y pienso, sinceramente, mi querido Akribos*, cuánto me gustaría volver a aquellos días en los que despertar para verte era mi único objetivo. En los que dejarme un escrito cada noche, era tu meta al final del día. Me encantaría volver a aquellas tardes que pasábamos entre caricias, y a la felicidad que me daba el sentirte mío. El sentirme tuya. El saber que estarías allí cuando llegase. El saber que me protegerías. Que eras mi hogar.
Pero, ¿ahora? Ahora mismo no quiero ni pensar la posibilidad de que decidas volver. Quiero que lo hagas, sí. Quiero que seamos uno otra vez. Pero no así. No quiero que vuelvas por despecho, no quiero que vuelvas porque le pediste a ella una segunda oportunidad y te rechazó. No quiero darle a mis demonios esa satisfacción. Quiero que vuelvas cuando realmente lo desees. Cuando necesites volver a amarme tan desesperadamente como te amo yo a ti. Que no quede ninguna duda, ni sombra, ni miedo... solo el amor inocente de antaño.
Necesito un maldito cigarro, y una caja entera de licor. Si la muerte les acompaña, cuanto mejor.
* Akribos: Querido o preciado en griego.
Ayer me dijiste que tu novia y tú al fin habían terminado. Creías que no me había enterado, pero la verdad es que ya lo sabía aunque, debo admitir, tenía la esperanza de que hubieses sido tú el causante de la ruptura. Dolió enterarme que fue ella. Dolió más enterarme que realmente te dolió a ti, y que luego de eso pasaste la noche jugando vídeo juegos. Es como superas las cosas. Y me mató el hecho de que esperas volver con ella. Que solo le estás dando tiempo. Que luego volverás a buscarla.
Está bien.
Está muy bien.
Mientras tú me explicabas todas estas cosas, yo en más de una ocasión tuve que tragar en seco para no llorar. No te diste cuenta, ¿cómo podrías si hablábamos a través del chat? Aunque, me conoces. Sabes exactamente lo que siento por ti, te lo he dicho más de una vez. Y sabes cuánto me duele esto, pero decidiste ignorarlo. Actualmente solo lo ignoras, y yo no dije nada. De todas formas, en ese momento necesitaste una amiga. Y eso fui. Me tragué cada lágrima y comprendí tu dolor. Y luego, en la noche, lloré por ti. Lloré contigo. Estuve toda la noche preocupada y me maldije por no tener encima un cigarro mientras cada frase que me dijiste pasaba por mi cabeza.
“No me dio razones […] tenía la mirada más triste del mundo.”
“Pareció tan forzada a decir eso. Le daré su tiempo.”
Uno de mis amigos me dijo que debería de estar feliz. Sí, debería, pero el caso es que me siento miserable. Tal vez incluso más miserable que antes. Quería que fueras mío, sí. Como antes, porque lo eres todo para mí. Pero no quería que sufrieras, tú dolor es mi dolor. Y es que, ¿quién, en su juicio más sano, desearía ver sufrir al ser amado? Preséntenme al condenado. Si es que lo hay.
Hoy en la mañana me obligué a ir al instituto. Al levantarme y mirarme al espejo me vi demacrada. Los labios resecos, sin color. Los ojos hinchados, sin vida. Me ardían. La piel pálida, fría. Y el cabello caía triste alrededor. Me lavé y me arreglé tanto como pude para que no se me notara y me obligué a desayunar. Mala idea, porque casi devolví todo en la tercera materia. Corrí al baño y temblorosa obligué a mi estómago a expulsarlo todo. “Mejor ahora que nunca”. Ojalá pudiera hacer lo mismo con lo que siento por ti. Simplemente, introducir mis dedos en mi corazón y mantenerlos allí hasta que cada recuerdo, cada sonrisa, cada obsequio, cada momento… simplemente saliera. Y casi vuelvo a llorar. Casi. Allí, aferrada a la taza del váter mientras mi desayuno abandonaba mi cuerpo, cruzando el mismo camino que utilizó para entrar en medio de ese ácido asqueroso que quemaba a su paso mi garganta, dejándola tan al rojo vivo como si hubiese estado gritando por horas. Volví a levantarme, me lavé el rostro y, temblorosa débil, dirigí mis pasos al aula. La cabeza en alto. Terminé de tomar mis apuntes casi en automático no entendí nada y fui la primera en abandonar la clase. No fui capaz de entrar a la siguiente. Pedí permiso por enfermedad y salí corriendo de allí. Me asfixiaba. Ahora es así. No le encuentro gusto ni a mi danza, esa que tanto te gustaba. Recuerdo que cada vez que bailaba para ti me pedías que lo siguiera haciendo, que nunca parara. Y tenías esa mirada de emoción, de admiración, en el rostro. Nunca, nadie, me había mirado así.
Llegando del colegio volví a conectarme. Ni siquiera habías leído el mensaje que te dejé la noche anterior. “Te quiero, Oz. Cuídate”; rezaba la última línea. Me sentía mal, jodidamente mal, pero aún así me quedé a esperarte. Siempre me quedo a esperarte aunque la noche la haya tenido en vela y el cuerpo no me aguante. Solo me interesa saber cómo estás. Cómo sigues.
A la final te conectas, y hablas conmigo sin siquiera saludar. Me dices que al fin tienes tu respuesta.
“Me terminó por razones familiares. La madre le puso insegura, y me dijo que sinceramente no se sentía lista para tener novio”
Te vuelvo a insinuar la posibilidad de que hables con ella y le pidas volver. No me atrevo a preguntarte directamente si quieres eso. Perdóname, pero a estas alturas solo me resta intentar salvar un poco de dignidad. Me repites lo mismo: “No, no, que se tome su tiempo”. Y mi corazón vuelve a romperse. Mi alma muere. Yo muero. “Es una buena decisión”, dije.
Luego hablamos de otros temas, mi salud, te dije que los mareos habían vuelto; mis posibilidades de estudiar en el exterior. Temas que realmente no me importaban. Posiblemente a ti tampoco. Y te fuiste, sin avisar. Algo habrá de haberte pasado.
Solo cuando me doy cuenta de que te has ido me permito llorar. Lloro y vuelvo a hacerlo hasta que ya no queda nada más que vacío en mí… y aún entonces sigo llorando porque no estás tú para llenar ese vacío. Suena de fondo "Nothing else matters", la primera canción que me dedicaste en aquellos días en los que aún me amabas y pienso, sinceramente, mi querido Akribos*, cuánto me gustaría volver a aquellos días en los que despertar para verte era mi único objetivo. En los que dejarme un escrito cada noche, era tu meta al final del día. Me encantaría volver a aquellas tardes que pasábamos entre caricias, y a la felicidad que me daba el sentirte mío. El sentirme tuya. El saber que estarías allí cuando llegase. El saber que me protegerías. Que eras mi hogar.
Pero, ¿ahora? Ahora mismo no quiero ni pensar la posibilidad de que decidas volver. Quiero que lo hagas, sí. Quiero que seamos uno otra vez. Pero no así. No quiero que vuelvas por despecho, no quiero que vuelvas porque le pediste a ella una segunda oportunidad y te rechazó. No quiero darle a mis demonios esa satisfacción. Quiero que vuelvas cuando realmente lo desees. Cuando necesites volver a amarme tan desesperadamente como te amo yo a ti. Que no quede ninguna duda, ni sombra, ni miedo... solo el amor inocente de antaño.
Necesito un maldito cigarro, y una caja entera de licor. Si la muerte les acompaña, cuanto mejor.
* Akribos: Querido o preciado en griego.
- InvitadoInvitado
Re: Pain 19/nov/14
19.11.14 16:10
Yo robaré tu historia c:
Me gustó mucho la metáfora que utilizaste aquí:
Si tan sólo fuera tan fácil.
Me gustó, es una historia que se parece a una que conozco (no, no me pasó a mí...)
Jaja :'D
Saludos
Me gustó mucho la metáfora que utilizaste aquí:
Aryl escribió:Ojalá pudiera hacer lo mismo con lo que siento por ti. Simplemente, introducir mis dedos en mi corazón y mantenerlos allí hasta que cada recuerdo, cada sonrisa, cada obsequio, cada momento… simplemente saliera. Y casi vuelvo a llorar. Casi.
Si tan sólo fuera tan fácil.
Me gustó, es una historia que se parece a una que conozco (no, no me pasó a mí...)
Jaja :'D
Saludos
- InvitadoInvitado
Re: Pain 19/nov/14
19.11.14 16:12
Siento lástima por quién conozcas y esté o haya pasado por algo así.
- AliAFICIONADO
- Mensajes : 1356
Re: Pain 19/nov/14
19.11.14 23:27
Mmmm ha sido muy triste, realmente me siento muy identificada con la protagonista, aunque mis lagrimas no salen tan fácilmente jojo
Me gusto, es triste pero me gusto mucho. Y la metáfora que puso Yoltic me pareció muy buena y original. ^^
Me gusto, es triste pero me gusto mucho. Y la metáfora que puso Yoltic me pareció muy buena y original. ^^
- InvitadoInvitado
Re: Pain 19/nov/14
19.11.14 23:49
muy linda historia =), pues creo que en alguna parte podemos sentirnos identificadas en tu historia, muy linda y triste
- InvitadoInvitado
Re: Pain 19/nov/14
22.11.14 20:46
Gracias a los que se tomaron el tiempo de leerla <3
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