Cuando todo comenzó.

——Ese día me levanté muy temprano para ir a clases, a pesar de haberme acostado muy tarde, al final pude levantarme. Vestirme y luego salir camino a la parada del bus. En el camino dejé —como siempre— a mi mente fluir entre los pensamientos que divagaban sobre todo. Hasta que la vi, ésto despertó mi mente completamente de la profunda letargia en la que me encontraba. Estaba de pie en aquella esquina en la que siempre admiraba el frondoso árbol que con su sombra abarcaba toda la calle.

——Parecía estar esperando a alguien. En ese tiempo, para mí, era una total desconocida. Sin embargo mis ojos la examinaron de arriba a abajo mientras me acercaba cada vez más, admirando su natural belleza: Ojos marrones  —muy común, pero que en ella hacían de toda su personalidad algo diferente y atrayente—, tez clara y cabello liso negro abrillantado por la luz del sol.

——Justo cuando pasé por su lado, algo me llamó mucho la atención y que hasta ahora no olvido —Y dudo que lo vaya a olvidar—, el olor del perfume que aromatizaba su alrededor como una burbuja, que quien entrara en ella, encantaría mágicamente a sus fosas nasales. Lo raro es que no sé como describir ese aroma, siempre se me ha hecho difícil, algo como... a rosas recién florecidas, en fragancia bajo un día lluvioso. Seguí mi camino como si nada, y los días que le siguieron fueron parecidos. Llegué a pensar que esperaba algún familiar, o algún transporte.

——Sin saber que unos meses después me enteraría, que a quien siempre espero en aquella esquina bajo el árbol... era a mí.

——Llegué tarde, pero lo importante es que llegué.