- Emilio CastilloAFICIONADO
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¿Estás solo?
14.01.16 19:33
Esteban se levanto muy temprano en la mañana, como lo hacía un sábado al mes todos los meses, para ir de pesca a un lago que quedaba a unas dos horas de su casa. Allí se encontraba una cabaña. De esa manera el lograba despejarse de el estrés diario del trabajo, los niños y todas sus múltiples obligaciones. Mantenía esa costumbre desde que hace ya 25 años su padre lo llevara por primera vez a esa cabaña en el bosque, y allí había vivido los mejores momentos de su infancia. Ni al morir su madre, cuando él tenía 14 años, dejo de ir. Ni siquiera la muerte de su padre pudo frenar esta costumbre, de todas maneras iba solo todos los meses. El mes siguiente llevaría a su hijo, que estaba por cumplir 5 años, la edad que tenía él cuando su padre lo llevo por primera vez. Pero hoy no, hoy iría solo por última vez, o eso era lo que él esperaba.
Siguió el camino usual, la vieja carretera que seguía todos los meses. Conocía de memoria cada brecha, cada árbol, cada piedra. Pero ese día tenía sensación de ir por un trecho de camino desconocido. Una niebla envolvía el camino y no le dejaba ver. De todas maneras no podía perderse, no se perdería. Una atracción magnética lo llevaba irremediablemente a su destino. Llego en el tiempo usual a la cabaña. Era igual que siempre, pero tan diferente que le causaba escalofríos. Se dijo que eran ideas suyas, que no había nada que temer y se instalo en la cabaña. Se preparo de inmediato para ir a pescar, tomo todos sus implementos y se fue al muelle. Allí subió a un bote, lo desamarro y se fue al centro del lago, donde usualmente picaban más peces a esa hora.
Luego de tres horas en el agua no había pescado nada aun, le extraño pero después de tantos años había cultivado el don de la paciencia. Comió las galletas que había llevado y siguió esperando. A las dos de la tarde aun no pescaba nada, estaba cansado y hambriento. Había traído consigo al bote un sándwich de jamón por si se le hacía algo tarde en el agua y ya no aguantaba el hambre así que se lo comió y decidió esperar aun más. No estaba dispuesto a rendirse, llevaría algo a la cabaña antes del anochecer. Mientras pasaban las horas su incomodidad aumentaba, pero siguió esperando. Fue entonces cuando una nueva sensación lo envolvió, sentía que alguien o algo lo observaba. La tensión se respiraba y el silencio llegaba a tal punto que no se oían los grillos, ni las ranas. Ya estaba por anochecer y ni los mosquitos le molestaban, le extrañó no haberse dado cuenta de la ausencia de estos fastidiosos insectos pero no divago mucho en el tema. No habían aves acuáticas, ni caballitos del diablo. Cuando ya se apagaba el último rayo de sol en el horizonte decidió que no esperaría mas, no pudo más y decidió irse. Se fue acercando a la orilla sin notar la sombra que lo seguía desde las profundidades del agua oscura del lago. Sombras como buitres daban vueltas y se cruzaban en el azar acechante de los depredadores. El solo iba a donde debía ir, como ciervo inocente de el peligro cuya garganta se muestra a las fauces del tigre. Cuando estaba a escasos tres metros de la orilla una fuerza descomunal volteo su bote, y un rayo de dolor golpeo su costado. Nadó y nadó hacia la orilla, su esperanza aumentaba mientras se engrandecía la playa. Fue entonces cuando sintió como la misma fuerza descomunal que volcó su bote lo tomo por la pierna como con cuchillas filosas, y lo llevo a la profundidad tenebrosa.
Despertó inmóvil, en oscuridad total. Tenía los ojos abiertos, pero como si no fuese así. No oía ni veía nada, no sentía nada. Solo dolor y miedo. De repente lo cegó un resplandor y vio una sombra veloz y sigilosa acercarse, una daga ardiente se clavo en su pecho y lo quemo todo, su miedo desapareció, y su incertidumbre, luego su preocupación y por ultimo su amor. El dolor y el fuego consumieron su corazón. Ya no podía sufrir y durmió.
Al amanecer esteban ya iba de regreso a su hogar, con una sonrisa en su rostro. Al llegar a casa su esposa lo recibió con un abrazo y un beso. Sus hijos aun dormían. Ella no noto nada diferente en él, era su esposo. Le recordó que el mes siguiente su hijo cumpliría año. Él, como si fuese improvisado, como si nada pasara, le informo su decisión de celebrar el cumpleaños del pequeño en la cabaña del lago.
Siguió el camino usual, la vieja carretera que seguía todos los meses. Conocía de memoria cada brecha, cada árbol, cada piedra. Pero ese día tenía sensación de ir por un trecho de camino desconocido. Una niebla envolvía el camino y no le dejaba ver. De todas maneras no podía perderse, no se perdería. Una atracción magnética lo llevaba irremediablemente a su destino. Llego en el tiempo usual a la cabaña. Era igual que siempre, pero tan diferente que le causaba escalofríos. Se dijo que eran ideas suyas, que no había nada que temer y se instalo en la cabaña. Se preparo de inmediato para ir a pescar, tomo todos sus implementos y se fue al muelle. Allí subió a un bote, lo desamarro y se fue al centro del lago, donde usualmente picaban más peces a esa hora.
Luego de tres horas en el agua no había pescado nada aun, le extraño pero después de tantos años había cultivado el don de la paciencia. Comió las galletas que había llevado y siguió esperando. A las dos de la tarde aun no pescaba nada, estaba cansado y hambriento. Había traído consigo al bote un sándwich de jamón por si se le hacía algo tarde en el agua y ya no aguantaba el hambre así que se lo comió y decidió esperar aun más. No estaba dispuesto a rendirse, llevaría algo a la cabaña antes del anochecer. Mientras pasaban las horas su incomodidad aumentaba, pero siguió esperando. Fue entonces cuando una nueva sensación lo envolvió, sentía que alguien o algo lo observaba. La tensión se respiraba y el silencio llegaba a tal punto que no se oían los grillos, ni las ranas. Ya estaba por anochecer y ni los mosquitos le molestaban, le extrañó no haberse dado cuenta de la ausencia de estos fastidiosos insectos pero no divago mucho en el tema. No habían aves acuáticas, ni caballitos del diablo. Cuando ya se apagaba el último rayo de sol en el horizonte decidió que no esperaría mas, no pudo más y decidió irse. Se fue acercando a la orilla sin notar la sombra que lo seguía desde las profundidades del agua oscura del lago. Sombras como buitres daban vueltas y se cruzaban en el azar acechante de los depredadores. El solo iba a donde debía ir, como ciervo inocente de el peligro cuya garganta se muestra a las fauces del tigre. Cuando estaba a escasos tres metros de la orilla una fuerza descomunal volteo su bote, y un rayo de dolor golpeo su costado. Nadó y nadó hacia la orilla, su esperanza aumentaba mientras se engrandecía la playa. Fue entonces cuando sintió como la misma fuerza descomunal que volcó su bote lo tomo por la pierna como con cuchillas filosas, y lo llevo a la profundidad tenebrosa.
Despertó inmóvil, en oscuridad total. Tenía los ojos abiertos, pero como si no fuese así. No oía ni veía nada, no sentía nada. Solo dolor y miedo. De repente lo cegó un resplandor y vio una sombra veloz y sigilosa acercarse, una daga ardiente se clavo en su pecho y lo quemo todo, su miedo desapareció, y su incertidumbre, luego su preocupación y por ultimo su amor. El dolor y el fuego consumieron su corazón. Ya no podía sufrir y durmió.
Al amanecer esteban ya iba de regreso a su hogar, con una sonrisa en su rostro. Al llegar a casa su esposa lo recibió con un abrazo y un beso. Sus hijos aun dormían. Ella no noto nada diferente en él, era su esposo. Le recordó que el mes siguiente su hijo cumpliría año. Él, como si fuese improvisado, como si nada pasara, le informo su decisión de celebrar el cumpleaños del pequeño en la cabaña del lago.
- FlopiTerraCDLADMIN
- Mensajes : 319
Re: ¿Estás solo?
21.01.16 15:29
Impresionante. Me atrapó por completo.
Tenes un gran talento para escribir, la verdad cuando empecé a leer no imaginé que el relato llevaría ese rumbo.
Está muy bueno, de verdad.
Saludos desde Uruguay.
Tenes un gran talento para escribir, la verdad cuando empecé a leer no imaginé que el relato llevaría ese rumbo.
Está muy bueno, de verdad.
Saludos desde Uruguay.
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