- CuervoArtoriasAFICIONADO
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La Baliza
09.09.15 16:56
Hola, esto es algo que hice como tarea para Literatura. Esta inspirado en Cronicas Marcianas de Ray Bradbury.
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1 de Mayo del 2019
De las quince personas que aterrizamos en Marte, el 1 de Abril de 2017, solo quedaban nueve.
Durante el viaje una cámara criogénica fallo, llevándose la vida de uno de nuestros ingenieros.
La zona de aterrizaje se vio afectada por una tormenta de arena, la cual daño la nave y por unos días estuvimos totalmente aislados de la Tierra.
En un planeta desconocido comenzamos nuestras misiones, cada integrante tenía asignado una misión específica, pero ellas tenían un solo fin. Reconocer el terreno y garantizar la seguridad de los próximos habitantes de Marte y, no menos importante, hallar todo lo que contribuya a la humanidad.
Después de dos años enteros en el planeta las expectativas de hallazgos tecnológicos se veían cada vez más bajas. En la Tierra veían a mi proyecto como un callejón sin salida y comenzaron a enfocarse en poblar el planeta.
Como medida desesperada mi equipo y yo decidimos entrar a territorio de alienígenas hostiles. Estos, a quienes denominamos la raza Mountus, habitaban en lo alto de una montaña al norte del pueblo.
Teníamos prohibido acercarnos a ese lugar pero sabíamos que adoraban algo metálico que, desde el cielo, parecía ser una chapa con grabados, pero ni nosotros, ni nuestros drones podían acercarse sin sufrir bajas o daños.
El recorrido fue tranquilo, no hubo señales de ningún Mountus, cosa que nos preocupaba más de lo que nos tranquilizaba.
Al llegar a la cima de la montaña descubrimos que los grabados eran en totalmente desconocidos, no eran humanos, de los Mountus o de la raza marciana apodada Althers.
A pocos metros del lugar se encontraba una entrada a una caverna. Entramos en ella, sin saber que encontraríamos.
Las paredes eran inmensas, todas ellas con grabados. A medida que avanzábamos dichos grabados se encendían con un azul similar a los océanos terrestres. Iluminando todo a su paso, dejando una sensación de paz y armonía en un lugar tan remoto y aterrador.
Al cabo de unos minutos nos topamos con un salón, el más grande que todos los presentes vimos en nuestras vidas. Sus paredes azules, estaban formadas por los grabados, todos ellos iluminados. El piso del salón reflejaba todo lo que en ella había, dotándolo de una dimensión más irreal. Del techo colgaban ocho lámparas arañas del tamaño de un automóvil, cada una de ellas irradiaba distintas tonalidades de azul, haciéndose más fuerte cuanto más cerca del centro estaban.
En el centro del salón se encontraba una baliza, de no más de cuatro metros que parecía ser el corazón de dicho salón.
Armamos nuestro campamento allí y comenzamos las pruebas. Unas horas allí e hicimos los avances tecnológicos más importantes que cualquier ser humano se podría imaginar. La baliza era como un disco duro, contenía información de toda la galaxia, de otras razas alienígenas, de cada enfermedad, cura, lengua. Era el hallazgo más valioso que la humanidad había hecho jamás.
Con el corazón a punto de explotar seguí investigando. Descubrimos que el salón y la baliza pertenecían a una raza llamados Toor’lla pero, antes de continuar, nos vimos rodeados por Mountus. Estábamos tan sumergidos en nuestro trabajo, en este gran hallazgo que nos olvidamos del mundo, de sus peligros.
La mitad de mi equipo murió en el acto. Los alienígenas eran despiadados, no dudaban, no preguntaban, ellos simplemente mataban.
En el caos cada sobreviviente tomo su propio rumbo, cada uno corría sin ver hacía atrás pero cada uno era perseguido.
Llegue al otro extremo del salón, no veía escapatoria. Sentía como a mis espaldas se aproximaban cada vez más despacio al verme acorralado.
Cuando pensaba rendirme y unirme a mi equipo en el sueño eterno, vi una imperfección en la pared, no muy lejos de mí. Una luz roja dibujaba un rectángulo.
Una puerta.
Con todas mis fuerzas corrí hacía allá y para mi alivio dicha puerta no era un delirio. La abrí y lo que había dentro de esa habitación me dejo helado.
Por un momento me olvide de los Mountus, de la Tierra, mi misión, de todo…
Una gran esfera de luz se mantenía flotando en medio de la habitación. A través de ella se veían otros mundos, otros tiempos.
Camine hasta ella.
No sabía que iba a encontrar del otro lado, si acaso existía dicho lado o era todo parte de mi imaginación en sus últimos momentos.
Por unos instantes permanecí de pie, rozando la esfera.
Logré ver como llegaban a la sala mis perseguidores, en sus caras se veía miedo, no por la esfera, no, ya conocían su existencia, tenían miedo a lo que iba a hacer.
Tome valor, respire profundo y entré en ella.
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1 de Mayo del 2019
De las quince personas que aterrizamos en Marte, el 1 de Abril de 2017, solo quedaban nueve.
Durante el viaje una cámara criogénica fallo, llevándose la vida de uno de nuestros ingenieros.
La zona de aterrizaje se vio afectada por una tormenta de arena, la cual daño la nave y por unos días estuvimos totalmente aislados de la Tierra.
En un planeta desconocido comenzamos nuestras misiones, cada integrante tenía asignado una misión específica, pero ellas tenían un solo fin. Reconocer el terreno y garantizar la seguridad de los próximos habitantes de Marte y, no menos importante, hallar todo lo que contribuya a la humanidad.
Después de dos años enteros en el planeta las expectativas de hallazgos tecnológicos se veían cada vez más bajas. En la Tierra veían a mi proyecto como un callejón sin salida y comenzaron a enfocarse en poblar el planeta.
Como medida desesperada mi equipo y yo decidimos entrar a territorio de alienígenas hostiles. Estos, a quienes denominamos la raza Mountus, habitaban en lo alto de una montaña al norte del pueblo.
Teníamos prohibido acercarnos a ese lugar pero sabíamos que adoraban algo metálico que, desde el cielo, parecía ser una chapa con grabados, pero ni nosotros, ni nuestros drones podían acercarse sin sufrir bajas o daños.
El recorrido fue tranquilo, no hubo señales de ningún Mountus, cosa que nos preocupaba más de lo que nos tranquilizaba.
Al llegar a la cima de la montaña descubrimos que los grabados eran en totalmente desconocidos, no eran humanos, de los Mountus o de la raza marciana apodada Althers.
A pocos metros del lugar se encontraba una entrada a una caverna. Entramos en ella, sin saber que encontraríamos.
Las paredes eran inmensas, todas ellas con grabados. A medida que avanzábamos dichos grabados se encendían con un azul similar a los océanos terrestres. Iluminando todo a su paso, dejando una sensación de paz y armonía en un lugar tan remoto y aterrador.
Al cabo de unos minutos nos topamos con un salón, el más grande que todos los presentes vimos en nuestras vidas. Sus paredes azules, estaban formadas por los grabados, todos ellos iluminados. El piso del salón reflejaba todo lo que en ella había, dotándolo de una dimensión más irreal. Del techo colgaban ocho lámparas arañas del tamaño de un automóvil, cada una de ellas irradiaba distintas tonalidades de azul, haciéndose más fuerte cuanto más cerca del centro estaban.
En el centro del salón se encontraba una baliza, de no más de cuatro metros que parecía ser el corazón de dicho salón.
Armamos nuestro campamento allí y comenzamos las pruebas. Unas horas allí e hicimos los avances tecnológicos más importantes que cualquier ser humano se podría imaginar. La baliza era como un disco duro, contenía información de toda la galaxia, de otras razas alienígenas, de cada enfermedad, cura, lengua. Era el hallazgo más valioso que la humanidad había hecho jamás.
Con el corazón a punto de explotar seguí investigando. Descubrimos que el salón y la baliza pertenecían a una raza llamados Toor’lla pero, antes de continuar, nos vimos rodeados por Mountus. Estábamos tan sumergidos en nuestro trabajo, en este gran hallazgo que nos olvidamos del mundo, de sus peligros.
La mitad de mi equipo murió en el acto. Los alienígenas eran despiadados, no dudaban, no preguntaban, ellos simplemente mataban.
En el caos cada sobreviviente tomo su propio rumbo, cada uno corría sin ver hacía atrás pero cada uno era perseguido.
Llegue al otro extremo del salón, no veía escapatoria. Sentía como a mis espaldas se aproximaban cada vez más despacio al verme acorralado.
Cuando pensaba rendirme y unirme a mi equipo en el sueño eterno, vi una imperfección en la pared, no muy lejos de mí. Una luz roja dibujaba un rectángulo.
Una puerta.
Con todas mis fuerzas corrí hacía allá y para mi alivio dicha puerta no era un delirio. La abrí y lo que había dentro de esa habitación me dejo helado.
Por un momento me olvide de los Mountus, de la Tierra, mi misión, de todo…
Una gran esfera de luz se mantenía flotando en medio de la habitación. A través de ella se veían otros mundos, otros tiempos.
Camine hasta ella.
No sabía que iba a encontrar del otro lado, si acaso existía dicho lado o era todo parte de mi imaginación en sus últimos momentos.
Por unos instantes permanecí de pie, rozando la esfera.
Logré ver como llegaban a la sala mis perseguidores, en sus caras se veía miedo, no por la esfera, no, ya conocían su existencia, tenían miedo a lo que iba a hacer.
Tome valor, respire profundo y entré en ella.
Re: La Baliza
09.09.15 20:26
¡Tenés que hacerle la continuación!
El nuevo nombre de los bichos es genial xd..
El nuevo nombre de los bichos es genial xd..
- CuervoArtoriasAFICIONADO
- Mensajes : 35
Re: La Baliza
10.09.15 14:14
Lo mejor de todo es que los nombres tienen cierta coherencia jaja
PD: El proyecto Continuación esta en marcha
PD: El proyecto Continuación esta en marcha
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