El día que la conocí
28.08.15 17:00
Aquí estoy, como todos los viernes al mediodía, mirando por la ventana, esperando a que ella pase por el frente de mi casa, pues los viernes ella pasa por ahí a esa hora, volviendo a su casa, ya que es mi vecina. Lo que significa que siempre puedo verla caminar.
Pero hoy todo será diferente, porque, después de tanto tiempo sin hacer nada, al fin decidí invitarla a salir. Incluso si me rechaza, al menos me sacaré un peso de arriba. Lo cual es muy probable, ya que aunque tenemos algunos gustos en común y hemos hablado en varias ocasiones, ella es tan ella y yo soy tan yo, no sé por que querría salir con el chico raro que deja los libros solo para espiarla. Creo que lo mejor será no hablarle sobre eso.
Me mantengo atento, hasta que al fin la veo pasar. Luce tan hermosa como siempre, lleva su típicos jeans de color azul oscuro, una camiseta blanca acompañada por una chaqueta azul marino y una bufanda negra y blanca, escondida detrás de su pelo, su hermoso pelo color chocolate.
Es increíble observar la gracia con la que se mueve, nunca camina rápido, ni lento, siempre a un mismo ritmo perfecto.
Uff, me hace perder el aliento. Una sensación incómoda en mi pecho se hace notar cada vez mas fuerte. Estoy asustado.
Ya no puedo seguir así, tengo que invitarla de una vez por todas, así que ignoro la persistente molestia. Me miro al espejo, creo que me veo bien, con mis jeans oscuros y mi chaqueta negra. Incluso logré peinar mi castaño cabello.
Salgo de mi cuarto, estoy yendo a enfrentar mi mayor reto.
Mientras me dirijo hacia la puerta de casa, un pensamiento invade mi mente.
¿Estaré usando suficiente perfume? Creo que sí, pero quizás ella no lo sienta.
Que va, un poco más no me hará mal. Vuelvo a mi cuarto, me doy un pequeño baño de perfume y me siento un poco más confiado.
Antes de salir me miro al espejo.
-Que bien te ves -digo en voz baja mientras hago distintas poses -¿Qué es ese perfume? Me encanta.
Soy un estúpido, lo sé, me río al pensarlo.
Con un aire renovado de confianza apoderándose de mi, salgo de mi casa y voy hasta la suya.
*knock knock knock*
Toco la puerta. Mientras espero que ella salga, me arreglo el pelo usando una de sus ventanas como espejo y de repente siento que vuelve esa maldita sensación en el pecho pero esta vez es peor, mucho peor. Ya he hablado con ella algunas veces en el pasado y nos llevamos muy bien de hecho, pero esto es algo diferente, nunca crucé esta línea.
¿¡Que estoy haciendo!? .
Mis manos comienzan a sudar, hasta respirar es difícil y eso que ella aún no ha salido.
¿Como voy a invitarla a salir si tan solo la idea de hacerlo me pone en este estado?
Y es obvio que si se lo pregunto así, me dirá que no... y si me dice que no, todo será incómodo y la perderé... para siempre. Quizás sea mejor no arriesgar nada... quizás ella se fije en mi algún día y me lo dirá... si, será mejor que me vaya, no puedo con esto.
Rápidamente me doy vuelta y me dispongo a volver sobre mis pasos, pero un ruido me detiene en seco. El ruido de una puerta abriéndose detrás mio.
-¡Hey, Chris! -Dice una voz angelical, provocando el caos – Siento la demora, ¿Que necesitas?
Me doy vuelta y veo como ella da unos pasos, cruza sos brazos y se recuesta en una de las columnas del porche mientras me mira. Ya se deshizo de la bufanda.
-Ho... hola Emma... creí que.. creí que no había nadie en tu casa- Deja de tartamudear idiota – No es nada.. puedo volver mas tarde si quieres... no quiero complicarte.
Otra vez me estoy acobardando.
-No estoy ocupada, dime que necesitas – dice con su típica amabilidad
Mierda. Bueno, si voy a morir, al menos lo haré con honor.
-Es que yo... me preguntaba si... si quizás tu querrías salir... con... conmigo – Digo, esforzándome para mirarla a sus hermosos ojos marrones que amenazan con atraparme y consumirme.
-Mmm... Suena a una buena excusa para evitar a la loca de mi madre –me dedicó una sonrisa - ¿Que quieres hacer?
-Podríamos ir a comer o... a pasear o lo que quieras, no se- Logro decir mientras intento no demostrar los fuegos artificiales que siento por dentro.
-¿Que tal si hacemos ambas? Tan solo dame unos minutos para avisarle a mi madre.
¿¡Quiere salir ahora!? Bueno, quiere salir, eso es todo lo que importa.
-Bueno, yo también tengo que avisar en casa, ¿nos vemos aquí en diez minutos?- Increíble, logré mantener la calma.
-Suena a un buen plan- dice mientras se da vuelta, dejándome absorto ante su perfecta figura.
Ni bien ella cierra la puerta, me doy el placer de festejar con un pequeño baile triunfal mientras alzo mis manos, declarándome victorioso. Lo logré, al fin tengo mi oportunidad, tengo que aprovecharla.
----- -----
Los diez minutos mas largos de mi vida. Luego de avisarle a mi madre y escapar antes de que me diga las típicas cosas que dicen las madres que hacen que te quieras pegar un tiro, me quedé en la puerta, esperando mientras miraba como pasaban los minutos en mi reloj.
Al fin ya estoy aquí fuera, esperándola, ya debería estar por llegar.
Al escuchar su puerta abriéndose siento algo que recorre todo mi cuerpo, como si se tratase de electricidad, debe ser eso a lo que llaman “mariposas”.
Con una sonrisa en su alegre rostro, viene hacia mi. Puedo notar que se arregló, para mi.
Al decir unas palabras me saca de mi trance
-¿Vamos?
-Si, si, vamos – hago un gesto con la mano, para indicarle el camino
Mientras caminamos, ella sigue la conversación.
-¿Puedo preguntarte algo? - al verme asentir con la cabeza, ella continúa- ¿Estamos saliendo como amigos o esta es una “cita cita”?
No me esperaba eso.
-Bueno... Si quieres que sea una cita, es una cita... sino, entonces....
-Es una cita – Me interrumpe rápidamente, con una sonrisa que me provoca.
------ -----
Estando con ella el tiempo pasa demasiado rápido, durante el almuerzo, hablamos de todo un poco. Libros, películas, música. ¡Hasta hablamos de videojuegos! Lo mejor de todo, es que logré hacerla reír. Creo que de momento todo esta marchando muy bien.
Recurriendo a mis dotes caballerescos, le abro la puerta del restaurante, para que salga ella primero. Eso me ganó puntos a favor, de seguro.
-Ven, se exactamente a donde ir – digo con una extraña confianza. Ella tiene ese efecto en mi, me hace sentir cómodo, me hace sentir que soy mejor.
El día es magnífico, ni muy frío, ni caluroso, ideal para pasear. Bueno, con ella, cualquier día es ideal para pasear.
Llegamos al parque, se que a ella le encanta venir aquí.
-¡Amo este lugar! - dice ella con emoción. Eso son mucho puntos.
-Lo se, hace un tiempo me lo contaste.
-Y tu lo recordaste... - nunca la había visto sonreír de esa forma, es como si esta sonrisa la tenía guardada para algún momento, para alguien, para mi. Ya perdí la cuenta de los puntos.
-¿Quieres que nos sentemos? - Le digo, señalando un banco libre que se encuentra bajo un árbol, cubierto por la sombra del mismo.
-Parece que me lees la mente.
Me siento yo primero, para mi felicidad, ella se sienta cerca mío, muy cerca, puedo sentir sus piernas tocar las mías.
- ¿Que piensas de mi? - digo, tras unos momentos de silencio. No un silencio incómodo, sino uno de esos que te permiten disfrutar algo.
-Emm, buena pregunta... Sinceramente, me costó mucho tener una opinión clara sobre ti... eres.. diferente, en el buen sentido.
Siempre pensé que había mas de lo que demostrabas... y me alegra saber que estaba en lo correcto, tanto como me alegra que al fin te hayas animado a invitarme a salir.
- Wow... espera, tu... ¿Tu sabías que quería invitarte? ¿Cómo?
- ¿Eso es todo lo que entendiste? - dice con su hermosa risa intercalándose entre las palabras- Bueno, no fue muy difícil darme cuenta que digamos, diste demasiadas señales.
- ¡Ja!.. y yo que pensaba que era discreto.
- Ahora me toca a mi, ¿Por qué te gusto?
- Tengo mis razones... Siempre me tratas bien, algo que no es muy común. Puedo notar que tu también eres... diferente y no se.. tienes un “no se qué”... Cuando estoy contigo me siento cómodo, siento que soy como quiero ser, si eso tiene algún sentido. Sin mencionar que eres hermosa... y que cada vez que te veo siento “mariposas”.
Ella se recuesta sobre mi hombro, dejándose rodear por mi brazo. Quisiera que este momento no se termine nunca
Levanta su mirada, para encontrarse con mis ojos.
- Nunca me habían dicho algo así - me dedica otra de sus sonrisas privadas, noto que esta mirando mi boca - Y por si te lo preguntas, tu también me gustas.
Creo que quiere un beso. ¿Será eso posible?
-No sabes lo feliz que me hace escuchar eso.
Como si se tratase de alguna clase de fuerza misteriosa que se apodera de mi cuerpo, me dejo llevar por el impulso y busco sus labios.
Ni bien entramos en contacto, todo se derrumba alrededor mío, no solo emocionalmente, también literalmente. El parque desaparece poco a poco, transformándose en oscuridad, no queda mas que ella, nuestros labios y yo.
Siguiendo al parque, ella comienza a desvanecerse y luego de unos instantes, no queda mas que oscuridad.
Esta oscuridad no dura mucho, poco a poco comienzo a ver un entorno familiar.
Cuando me doy cuenta de lo que esta pasando, comienzo a llorar sin poder contenerlo.
Desperté.
Ha pasado ya un buen tiempo desde que la perdí y aún no se como evadirla en mis sueños, la herida sigue abierta.
Me levanto rápidamente y me cambio. Tengo que hacerlo, tengo que ir a verla.
En unos pocos minutos ya estoy pronto para irme, salgo por la puerta y bajo por las escaleras de mi departamento.
Logro comprar unas flores antes de subirme a un taxi. Cuando un pensamiento inquietante se apodera de mi. La última vez que la vi, fue un desastre.
Eso no importa, tengo que ir, necesito verla.
Luego de unos largos y a la vez cortos minutos, llego a destino. Pago el taxi y voy en camino hacia ella, con las flores en la mano.
Paso por una puerta grande de hierro y me adentro en un valle de tristeza. Luego de caminar un poco, la veo. Ahora que estoy aquí, no se si pueda acercarme, no se si pueda soportarlo.
No, necesito ir. Tengo que verla.
Lentamente me acerco hasta que me encuentro frente a ella.
-Te amo- digo, esperando una respuesta que no obtendré.
Me arrodillo y coloco mis flores en el césped, mientras, con lágrimas en mis ojos, leo su epitafio.
Pero hoy todo será diferente, porque, después de tanto tiempo sin hacer nada, al fin decidí invitarla a salir. Incluso si me rechaza, al menos me sacaré un peso de arriba. Lo cual es muy probable, ya que aunque tenemos algunos gustos en común y hemos hablado en varias ocasiones, ella es tan ella y yo soy tan yo, no sé por que querría salir con el chico raro que deja los libros solo para espiarla. Creo que lo mejor será no hablarle sobre eso.
Me mantengo atento, hasta que al fin la veo pasar. Luce tan hermosa como siempre, lleva su típicos jeans de color azul oscuro, una camiseta blanca acompañada por una chaqueta azul marino y una bufanda negra y blanca, escondida detrás de su pelo, su hermoso pelo color chocolate.
Es increíble observar la gracia con la que se mueve, nunca camina rápido, ni lento, siempre a un mismo ritmo perfecto.
Uff, me hace perder el aliento. Una sensación incómoda en mi pecho se hace notar cada vez mas fuerte. Estoy asustado.
Ya no puedo seguir así, tengo que invitarla de una vez por todas, así que ignoro la persistente molestia. Me miro al espejo, creo que me veo bien, con mis jeans oscuros y mi chaqueta negra. Incluso logré peinar mi castaño cabello.
Salgo de mi cuarto, estoy yendo a enfrentar mi mayor reto.
Mientras me dirijo hacia la puerta de casa, un pensamiento invade mi mente.
¿Estaré usando suficiente perfume? Creo que sí, pero quizás ella no lo sienta.
Que va, un poco más no me hará mal. Vuelvo a mi cuarto, me doy un pequeño baño de perfume y me siento un poco más confiado.
Antes de salir me miro al espejo.
-Que bien te ves -digo en voz baja mientras hago distintas poses -¿Qué es ese perfume? Me encanta.
Soy un estúpido, lo sé, me río al pensarlo.
Con un aire renovado de confianza apoderándose de mi, salgo de mi casa y voy hasta la suya.
*knock knock knock*
Toco la puerta. Mientras espero que ella salga, me arreglo el pelo usando una de sus ventanas como espejo y de repente siento que vuelve esa maldita sensación en el pecho pero esta vez es peor, mucho peor. Ya he hablado con ella algunas veces en el pasado y nos llevamos muy bien de hecho, pero esto es algo diferente, nunca crucé esta línea.
¿¡Que estoy haciendo!? .
Mis manos comienzan a sudar, hasta respirar es difícil y eso que ella aún no ha salido.
¿Como voy a invitarla a salir si tan solo la idea de hacerlo me pone en este estado?
Y es obvio que si se lo pregunto así, me dirá que no... y si me dice que no, todo será incómodo y la perderé... para siempre. Quizás sea mejor no arriesgar nada... quizás ella se fije en mi algún día y me lo dirá... si, será mejor que me vaya, no puedo con esto.
Rápidamente me doy vuelta y me dispongo a volver sobre mis pasos, pero un ruido me detiene en seco. El ruido de una puerta abriéndose detrás mio.
-¡Hey, Chris! -Dice una voz angelical, provocando el caos – Siento la demora, ¿Que necesitas?
Me doy vuelta y veo como ella da unos pasos, cruza sos brazos y se recuesta en una de las columnas del porche mientras me mira. Ya se deshizo de la bufanda.
-Ho... hola Emma... creí que.. creí que no había nadie en tu casa- Deja de tartamudear idiota – No es nada.. puedo volver mas tarde si quieres... no quiero complicarte.
Otra vez me estoy acobardando.
-No estoy ocupada, dime que necesitas – dice con su típica amabilidad
Mierda. Bueno, si voy a morir, al menos lo haré con honor.
-Es que yo... me preguntaba si... si quizás tu querrías salir... con... conmigo – Digo, esforzándome para mirarla a sus hermosos ojos marrones que amenazan con atraparme y consumirme.
-Mmm... Suena a una buena excusa para evitar a la loca de mi madre –me dedicó una sonrisa - ¿Que quieres hacer?
-Podríamos ir a comer o... a pasear o lo que quieras, no se- Logro decir mientras intento no demostrar los fuegos artificiales que siento por dentro.
-¿Que tal si hacemos ambas? Tan solo dame unos minutos para avisarle a mi madre.
¿¡Quiere salir ahora!? Bueno, quiere salir, eso es todo lo que importa.
-Bueno, yo también tengo que avisar en casa, ¿nos vemos aquí en diez minutos?- Increíble, logré mantener la calma.
-Suena a un buen plan- dice mientras se da vuelta, dejándome absorto ante su perfecta figura.
Ni bien ella cierra la puerta, me doy el placer de festejar con un pequeño baile triunfal mientras alzo mis manos, declarándome victorioso. Lo logré, al fin tengo mi oportunidad, tengo que aprovecharla.
----- -----
Los diez minutos mas largos de mi vida. Luego de avisarle a mi madre y escapar antes de que me diga las típicas cosas que dicen las madres que hacen que te quieras pegar un tiro, me quedé en la puerta, esperando mientras miraba como pasaban los minutos en mi reloj.
Al fin ya estoy aquí fuera, esperándola, ya debería estar por llegar.
Al escuchar su puerta abriéndose siento algo que recorre todo mi cuerpo, como si se tratase de electricidad, debe ser eso a lo que llaman “mariposas”.
Con una sonrisa en su alegre rostro, viene hacia mi. Puedo notar que se arregló, para mi.
Al decir unas palabras me saca de mi trance
-¿Vamos?
-Si, si, vamos – hago un gesto con la mano, para indicarle el camino
Mientras caminamos, ella sigue la conversación.
-¿Puedo preguntarte algo? - al verme asentir con la cabeza, ella continúa- ¿Estamos saliendo como amigos o esta es una “cita cita”?
No me esperaba eso.
-Bueno... Si quieres que sea una cita, es una cita... sino, entonces....
-Es una cita – Me interrumpe rápidamente, con una sonrisa que me provoca.
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Estando con ella el tiempo pasa demasiado rápido, durante el almuerzo, hablamos de todo un poco. Libros, películas, música. ¡Hasta hablamos de videojuegos! Lo mejor de todo, es que logré hacerla reír. Creo que de momento todo esta marchando muy bien.
Recurriendo a mis dotes caballerescos, le abro la puerta del restaurante, para que salga ella primero. Eso me ganó puntos a favor, de seguro.
-Ven, se exactamente a donde ir – digo con una extraña confianza. Ella tiene ese efecto en mi, me hace sentir cómodo, me hace sentir que soy mejor.
El día es magnífico, ni muy frío, ni caluroso, ideal para pasear. Bueno, con ella, cualquier día es ideal para pasear.
Llegamos al parque, se que a ella le encanta venir aquí.
-¡Amo este lugar! - dice ella con emoción. Eso son mucho puntos.
-Lo se, hace un tiempo me lo contaste.
-Y tu lo recordaste... - nunca la había visto sonreír de esa forma, es como si esta sonrisa la tenía guardada para algún momento, para alguien, para mi. Ya perdí la cuenta de los puntos.
-¿Quieres que nos sentemos? - Le digo, señalando un banco libre que se encuentra bajo un árbol, cubierto por la sombra del mismo.
-Parece que me lees la mente.
Me siento yo primero, para mi felicidad, ella se sienta cerca mío, muy cerca, puedo sentir sus piernas tocar las mías.
- ¿Que piensas de mi? - digo, tras unos momentos de silencio. No un silencio incómodo, sino uno de esos que te permiten disfrutar algo.
-Emm, buena pregunta... Sinceramente, me costó mucho tener una opinión clara sobre ti... eres.. diferente, en el buen sentido.
Siempre pensé que había mas de lo que demostrabas... y me alegra saber que estaba en lo correcto, tanto como me alegra que al fin te hayas animado a invitarme a salir.
- Wow... espera, tu... ¿Tu sabías que quería invitarte? ¿Cómo?
- ¿Eso es todo lo que entendiste? - dice con su hermosa risa intercalándose entre las palabras- Bueno, no fue muy difícil darme cuenta que digamos, diste demasiadas señales.
- ¡Ja!.. y yo que pensaba que era discreto.
- Ahora me toca a mi, ¿Por qué te gusto?
- Tengo mis razones... Siempre me tratas bien, algo que no es muy común. Puedo notar que tu también eres... diferente y no se.. tienes un “no se qué”... Cuando estoy contigo me siento cómodo, siento que soy como quiero ser, si eso tiene algún sentido. Sin mencionar que eres hermosa... y que cada vez que te veo siento “mariposas”.
Ella se recuesta sobre mi hombro, dejándose rodear por mi brazo. Quisiera que este momento no se termine nunca
Levanta su mirada, para encontrarse con mis ojos.
- Nunca me habían dicho algo así - me dedica otra de sus sonrisas privadas, noto que esta mirando mi boca - Y por si te lo preguntas, tu también me gustas.
Creo que quiere un beso. ¿Será eso posible?
-No sabes lo feliz que me hace escuchar eso.
Como si se tratase de alguna clase de fuerza misteriosa que se apodera de mi cuerpo, me dejo llevar por el impulso y busco sus labios.
Ni bien entramos en contacto, todo se derrumba alrededor mío, no solo emocionalmente, también literalmente. El parque desaparece poco a poco, transformándose en oscuridad, no queda mas que ella, nuestros labios y yo.
Siguiendo al parque, ella comienza a desvanecerse y luego de unos instantes, no queda mas que oscuridad.
Esta oscuridad no dura mucho, poco a poco comienzo a ver un entorno familiar.
Cuando me doy cuenta de lo que esta pasando, comienzo a llorar sin poder contenerlo.
Desperté.
Ha pasado ya un buen tiempo desde que la perdí y aún no se como evadirla en mis sueños, la herida sigue abierta.
Me levanto rápidamente y me cambio. Tengo que hacerlo, tengo que ir a verla.
En unos pocos minutos ya estoy pronto para irme, salgo por la puerta y bajo por las escaleras de mi departamento.
Logro comprar unas flores antes de subirme a un taxi. Cuando un pensamiento inquietante se apodera de mi. La última vez que la vi, fue un desastre.
Eso no importa, tengo que ir, necesito verla.
Luego de unos largos y a la vez cortos minutos, llego a destino. Pago el taxi y voy en camino hacia ella, con las flores en la mano.
Paso por una puerta grande de hierro y me adentro en un valle de tristeza. Luego de caminar un poco, la veo. Ahora que estoy aquí, no se si pueda acercarme, no se si pueda soportarlo.
No, necesito ir. Tengo que verla.
Lentamente me acerco hasta que me encuentro frente a ella.
-Te amo- digo, esperando una respuesta que no obtendré.
Me arrodillo y coloco mis flores en el césped, mientras, con lágrimas en mis ojos, leo su epitafio.
Re: El día que la conocí
30.08.15 12:56
Jajaja, es la idea, jugar con los sentimientos de los lectores (?
Genial que te haya gustado :3
Genial que te haya gustado :3
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